Hace ahora 100 años, en 1924, un grupo de hermanos se propuso firmemente no dejar morir la que era y sigue siendo la institución más antigua de Gines, la Hermandad Sacramental, a la que sus siglos de historia habían ido restando vitalidad hasta llevarla a una situación realmente comprometida.
Gines contaba por entonces con poco más de 1.100 habitantes y la Sacramental llevaba ya bastantes años atravesando una decadencia cada vez más manifiesta, con reuniones escasas y no pocas dificultades económicas. No se llegó en ningún momento, sin embargo, a la extinción, ya que los cargos de la Junta de Gobierno se seguían renovando y la cofradía se ponía en la calle la mayor parte de los años.
El inicio del cambio en esta situación hay que buscarlo en febrero de 1923, cuando el maestro de escuela Manuel Canela se pone al frente de la Hermandad como Mayordomo Primero. La nueva Junta introdujo entonces algunas modificaciones, todavía leves, en el reglamento de la Hermandad, paso previo a la reforma integral que iba a producirse en los meses siguientes.
El 2 de enero de 1924 la situación llegaría a un punto de inflexión que a la postre iba resultar fundamental en el devenir de la corporación. Ese día, la Junta al completo presentó su dimisión ante «la dificultad de seguir rigiendo la Hermandad en la forma que estaba y (...) por las razones de no poder cumplir la regla escrita que tenían y las muchas corruptelas que se habían introducido con el trascurso del tiempo». Se decidió nombrar entonces una «ponencia» (hoy lo llamaríamos gestora) «que actuara de Junta de Gobierno y al mismo tiempo recopilara la antigua Regla y las tradiciones sanas que se conservaban, con aquellas modificaciones que creyeran necesarias y útiles para mejor servir a Dios».
Por votación secreta, se eligió para formar parte de esta comisión al ya citado Manuel Canela Fernández, además de a Eusebio Montiel Garrido, José Santiago Palomar y Cándido Cabrera Camino que, junto con el párroco, Juan Bautista Gago, se hicieron desde ese momento cargo de los enseres de la Hermandad y asumieron la tarea de redactar unas nuevas Reglas.
Apenas unos días después, el 23 de enero, la «ponencia» aprobaba definitivamente el nuevo texto reglamentario, acordando solicitar la pertinente aprobación canónica. Palacio dio su visto bueno el 10 de marzo a través de un documento firmado por Jerónimo Armario y Rosado, Vicario General del Arzobispado. La noticia llegó a Gines el día 30 de ese mismo mes, comunicándose en cabildo a «los vecinos más caracterizados como piadosos de esta villa» el 11 de abril, Viernes de Dolores.
Ese mismo día se inscribieron como hermanos protectores 5 personas y otras 23 como hermanos de número, entre ellos los propios integrantes de la «ponencia», que obviamente ya pertenecían a la Hermandad en la etapa anterior. Este curioso hecho parece evidenciar el interés de que, con el nuevo listado que se comienza en 1924, se quisiera llevar un registro de los hermanos que realmente querían pertenecer a la Hermandad en esta nueva etapa, de manera que los que ya lo eran y quisieron seguir tuvieron que registrarse de nuevo.
El mismo 11 de abril se eligió una Junta de Gobierno de acuerdo ya con las nuevas Reglas, resultando elegidos los mismos integrantes de la «ponencia» junto a otros tres hermanos y con Eusebio Montiel Garrido como Mayordomo Primero.
Las nuevas Reglas nombraban a la Hermandad como «del Santísimo Sacramento, Santa Vera Cruz y Nuestra Señora de los Dolores». Entre los cultos figuraban un Triduo Cuaresmal a modo de preparación pascual y un Septenario a la Virgen que terminaba, como ahora, el Viernes de Dolores. La estación de penitencia, que hasta entonces se realizaba el Jueves Santo, pasó a celebrarse el Viernes Santo, quedando para el jueves el sermón de la Institución, la comunión general y el lavatorio de pies, realizándose guardia por turnos ante el Monumento y, por la noche, el Sermón de la Pasión.
El Viernes Santo la salida se hacía «a la puesta de sol». Al Cristo se le denomina todavía como «Señor de la Salud», nombre de larga tradición en la Hermandad, y se dice también que la cofradía «será de penitencia, en silencio, sin acompañamiento de música y no permanecerá en la calle más de dos horas». Además, se prohíben expresamente las pujas para sacar los pasos, que hasta entonces era lo habitual y, además, una importante fuente de ingresos. A partir de ahora los pasos serán dirigidos por los hermanos que designen los mayordomos, es decir, estamos ante el inicio de los capataces más o menos estables y oficiales.
El itinerario era el que llama «el tradicional», es decir, que aquí no hay cambios con respecto a la Regla anterior. Era el siguiente: Plaza Divina Pastora (actual Plaza de España), calle Real, Santa Rosalía (actuales Blas Infante y Alcalde José Antonio Cabrera), Nuestra Señora de Belén (actual Conde de Ofalia) y Parroquia. El Domingo de Resurrección se celebraba una Misa solemne tras la que procesionaban el Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de Belén con el recorrido inverso al del Viernes Santo.
El listado de cultos se completaba con «Misas de Hermanos» (hoy diríamos, Misas de Hermandad) el 2 de febrero, Purificación de Nuestra Señora, «sacando en procesión por la Plaza la Virgen de Belén, patrona de esta villa»; el Domingo de Quinquagésima (anterior al Miércoles de Ceniza); las cuatro Dominicas de Cuaresma; el día del Corpus Christi; el Día de la Asunción y el día de la Santa Cruz. Además, en noviembre se hacía un funeral por los hermanos difuntos y se establecía que «la Hermandad procurará no se dejen de decir las Misas de Espectación [sic] y preparará el Portal para la Noche Buena».
El desglose de las Reglas daría para varios artículos. Sólo apuntaremos ahora, sin embargo, un detalle más sobre la forma que se establecía para la elección de los cargos. Así, la Junta se renovaba cada año, pero por mitades, de manera que cada persona ejercía el cargo dos años. El procedimiento era el siguiente: la Junta proponía tres candidatos para cada cargo que quedaba vacante y se votaba en Cabildo General en la Domínica de la Santísima Trinidad (Domingo siguiente a Pentecostés). La votación era secreta y los salientes podían volver a ser elegidos si estaban en la terna. La toma de posesión era inmediata.
Desde luego, la renovación de las Reglas y la reorganización de la Hermandad en 1924 supuso un auténtico revulsivo para dejar atrás la decadencia de los años anteriores. Prueba de ello es que, por ejemplo, en los meses y años siguientes se instalaba una tómbola durante los meses de verano, se realizaban rifas, se organizaban funciones de cine para recaudar fondos... Como dato, baste decir que en los cinco años anteriores a la reorganización se celebraron 3 cabildos, mientras que en los cinco posteriores sumaron un total de 47.
Una nueva vitalidad corría ya por las venas de la Hermandad, que tras casi tocar fondo emprendía un nuevo camino que había de traerle hasta nuestros días. En recuerdo y homenaje a aquellos hermanos que no la dejaron morir, vaya desde aquí, un siglo después, nuestro agradecimiento eterno.
JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Boletín Extraordinario con motivo
del Centenario de la Reorganización de la Hermandad Sacramental de Gines.
Este artículo es un extracto de la conferencia
del mismo autor 'Gines en 1924. Cien años de la Reorganización
de la Hermandad Sacramental', pronunciada el 20 de septiembre de 2024.
del Centenario de la Reorganización de la Hermandad Sacramental de Gines.
Este artículo es un extracto de la conferencia
del mismo autor 'Gines en 1924. Cien años de la Reorganización
de la Hermandad Sacramental', pronunciada el 20 de septiembre de 2024.