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LA TINTA DE LA MEMORIA

José Rodríguez Polvillo

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Hace ahora 100 años, en 1924, un grupo de hermanos se propuso firmemente no dejar morir la que era y sigue siendo la institución más antigua de Gines, la Hermandad Sacramental, a la que sus siglos de historia habían ido restando vitalidad hasta llevarla a una situación realmente comprometida. 

Gines contaba por entonces con poco más de 1.100 habitantes y la Sacramental llevaba ya bastantes años atravesando una decadencia cada vez más manifiesta, con reuniones escasas y no pocas dificultades económicas. No se llegó en ningún momento, sin embargo, a la extinción, ya que los cargos de la Junta de Gobierno se seguían renovando y la cofradía se ponía en la calle la mayor parte de los años. 

El inicio del cambio en esta situación hay que buscarlo en febrero de 1923, cuando el maestro de escuela Manuel Canela se pone al frente de la Hermandad como Mayordomo Primero. La nueva Junta introdujo entonces algunas modificaciones, todavía leves, en el reglamento de la Hermandad, paso previo a la reforma integral que iba a producirse en los meses siguientes. 

El 2 de enero de 1924 la situación llegaría a un punto de inflexión que a la postre iba resultar fundamental en el devenir de la corporación. Ese día, la Junta al completo presentó su dimisión ante «la dificultad de seguir rigiendo la Hermandad en la forma que estaba y (...) por las razones de no poder cumplir la regla escrita que tenían y las muchas corruptelas que se habían introducido con el trascurso del tiempo». Se decidió nombrar entonces una «ponencia» (hoy lo llamaríamos gestora) «que actuara de Junta de Gobierno y al mismo tiempo recopilara la antigua Regla y las tradiciones sanas que se conservaban, con aquellas modificaciones que creyeran necesarias y útiles para mejor servir a Dios». 

Por votación secreta, se eligió para formar parte de esta comisión al ya citado Manuel Canela Fernández, además de a Eusebio Montiel Garrido, José Santiago Palomar y Cándido Cabrera Camino que, junto con el párroco, Juan Bautista Gago, se hicieron desde ese momento cargo de los enseres de la Hermandad y asumieron la tarea de redactar unas nuevas Reglas. 

Apenas unos días después, el 23 de enero, la «ponencia» aprobaba definitivamente el nuevo texto reglamentario, acordando solicitar la pertinente aprobación canónica. Palacio dio su visto bueno el 10 de marzo a través de un documento firmado por Jerónimo Armario y Rosado, Vicario General del Arzobispado. La noticia llegó a Gines el día 30 de ese mismo mes, comunicándose en cabildo a «los vecinos más caracterizados como piadosos de esta villa» el 11 de abril, Viernes de Dolores. 

Ese mismo día se inscribieron como hermanos protectores 5 personas y otras 23 como hermanos de número, entre ellos los propios integrantes de la «ponencia», que obviamente ya pertenecían a la Hermandad en la etapa anterior. Este curioso hecho parece evidenciar el interés de que, con el nuevo listado que se comienza en 1924, se quisiera llevar un registro de los hermanos que realmente querían pertenecer a la Hermandad en esta nueva etapa, de manera que los que ya lo eran y quisieron seguir tuvieron que registrarse de nuevo. 

El mismo 11 de abril se eligió una Junta de Gobierno de acuerdo ya con las nuevas Reglas, resultando elegidos los mismos integrantes de la «ponencia» junto a otros tres hermanos y con Eusebio Montiel Garrido como Mayordomo Primero. 

Las nuevas Reglas nombraban a la Hermandad como «del Santísimo Sacramento, Santa Vera Cruz y Nuestra Señora de los Dolores». Entre los cultos figuraban un Triduo Cuaresmal a modo de preparación pascual y un Septenario a la Virgen que terminaba, como ahora, el Viernes de Dolores. La estación de penitencia, que hasta entonces se realizaba el Jueves Santo, pasó a celebrarse el Viernes Santo, quedando para el jueves el sermón de la Institución, la comunión general y el lavatorio de pies, realizándose guardia por turnos ante el Monumento y, por la noche, el Sermón de la Pasión. 

El Viernes Santo la salida se hacía «a la puesta de sol». Al Cristo se le denomina todavía como «Señor de la Salud», nombre de larga tradición en la Hermandad, y se dice también que la cofradía «será de penitencia, en silencio, sin acompañamiento de música y no permanecerá en la calle más de dos horas». Además, se prohíben expresamente las pujas para sacar los pasos, que hasta entonces era lo habitual y, además, una importante fuente de ingresos. A partir de ahora los pasos serán dirigidos por los hermanos que designen los mayordomos, es decir, estamos ante el inicio de los capataces más o menos estables y oficiales. 

El itinerario era el que llama «el tradicional», es decir, que aquí no hay cambios con respecto a la Regla anterior. Era el siguiente: Plaza Divina Pastora (actual Plaza de España), calle Real, Santa Rosalía (actuales Blas Infante y Alcalde José Antonio Cabrera), Nuestra Señora de Belén (actual Conde de Ofalia) y Parroquia. El Domingo de Resurrección se celebraba una Misa solemne tras la que procesionaban el Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de Belén con el recorrido inverso al del Viernes Santo. 

El listado de cultos se completaba con «Misas de Hermanos» (hoy diríamos, Misas de Hermandad) el 2 de febrero, Purificación de Nuestra Señora, «sacando en procesión por la Plaza la Virgen de Belén, patrona de esta villa»; el Domingo de Quinquagésima (anterior al Miércoles de Ceniza); las cuatro Dominicas de Cuaresma; el día del Corpus Christi; el Día de la Asunción y el día de la Santa Cruz. Además, en noviembre se hacía un funeral por los hermanos difuntos y se establecía que «la Hermandad procurará no se dejen de decir las Misas de Espectación [sic] y preparará el Portal para la Noche Buena». 

El desglose de las Reglas daría para varios artículos. Sólo apuntaremos ahora, sin embargo, un detalle más sobre la forma que se establecía para la elección de los cargos. Así, la Junta se renovaba cada año, pero por mitades, de manera que cada persona ejercía el cargo dos años. El procedimiento era el siguiente: la Junta proponía tres candidatos para cada cargo que quedaba vacante y se votaba en Cabildo General en la Domínica de la Santísima Trinidad (Domingo siguiente a Pentecostés). La votación era secreta y los salientes podían volver a ser elegidos si estaban en la terna. La toma de posesión era inmediata. 

Desde luego, la renovación de las Reglas y la reorganización de la Hermandad en 1924 supuso un auténtico revulsivo para dejar atrás la decadencia de los años anteriores. Prueba de ello es que, por ejemplo, en los meses y años siguientes se instalaba una tómbola durante los meses de verano, se realizaban rifas, se organizaban funciones de cine para recaudar fondos... Como dato, baste decir que en los cinco años anteriores a la reorganización se celebraron 3 cabildos, mientras que en los cinco posteriores sumaron un total de 47. 

Una nueva vitalidad corría ya por las venas de la Hermandad, que tras casi tocar fondo emprendía un nuevo camino que había de traerle hasta nuestros días. En recuerdo y homenaje a aquellos hermanos que no la dejaron morir, vaya desde aquí, un siglo después, nuestro agradecimiento eterno.

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Boletín Extraordinario con motivo
del Centenario de la Reorganización de la Hermandad Sacramental de Gines.

Este artículo es un extracto de la conferencia
del mismo autor 'Gines en 1924. Cien años de la Reorganización
de la Hermandad Sacramental', pronunciada el 20 de septiembre de 2024.
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La romería de Torrijos cuenta con una dilatada hemeroteca en la que queda reflejado a la perfección aquel aforismo que asegura que «el periodismo es el primer borrador de la Historia». Dentro de esta 'historiografía de urgencias' que tanto nos ayuda a conocer cómo eran las celebraciones torrijeras de antaño, nos detenemos en esta ocasión en una amplia crónica publicada por El Correo de Andalucía hace ahora casi 100 años. 

Fue el 11 de octubre de 1927, martes, cuando las páginas del diario fundado por el cardenal Spínola recogían en su portada una llamativa fotografía del traslado de la Virgen de la Estrella camino de la hacienda de Torrijos. A ambos lados de la carreta tirada por bueyes aparecen las autoridades de la época e incluso algunos pequeños, destacando especialmente el palio que en estos años cubría a la Virgen en sus salidas de octubre. 

Ya en páginas interiores, un redactor que no firma realiza un amplio relato de la jornada festiva, haciendo hincapié en «los infinitos devotos que en Sevilla tiene el venerado Cristo Atado a la Columna». El cronista recuerda cómo, «hasta hace unos años», los cultos y festejos habían entrado en decadencia, pero «hace menos de un lustro» [1] se constituyó una comisión, «de la que fue alma en los primeros días el popular sochantre de dicha parroquia don Raimundo Pabón», lo que sin duda había servido como nuevo impulso a estas celebraciones.

Del quinario iniciado en días previos, destaca el reportero el «magnífico coro (...) formado por cuarenta voces», obra del «joven párroco» Manuel Carmona Sabort. La noche anterior a la romería hubo «concierto musical por la banda, cine y bailes populares», comenzando el domingo con diana y misa del alba. Con la Virgen de la Estrella ya en su carreta, a las diez y media se ponía en marcha la comitiva, «en la que se veían numerosas carrozas y carretas, ómnibus y camiones adornados, amén de carros y jinetes llevando a las bellas muchachas de los pueblos del contorno a la grupa en dirección al Santuario». 

El pueblo lucía «exornado con muchos arcos de follaje, y con las casas preciosamente engalanadas». Al llegar a la hacienda, el cortejo fue recibido por el administrador del propietario, el marqués de Casa Mendaro, tras lo que comenzó la misa en la capilla, oficiada por «el respetable salesiano natural de Valencina don Manuel Mazo» [2]. 

Terminada ya la Eucaristía, «se organizó en la amplia explanada de la finca (...) el almuerzo al arrimo de las carretas, haciéndolo otros en las dependencias del caserío». La escena, señala el redactor, dejaba «el aspecto de una verdadera feria y un golpe de vista digno de los pinceles del maestro Bilbao» [3]. 

Mientras tanto, «la banda de música de Valencina amenizó la romería», que a las cinco y media de la tarde emprendía el regreso de la Virgen al templo parroquial, «siendo recibida en el pueblo con muchos vítores, cohetes y música». La crónica concluye dejando anotado el regreso a sus pueblos de los romeros de otras localidades, entre las que se cita a Santiponce, Salteras, Chucena, Olivares, Castilleja y la ciudad de Sevilla.

José Rodríguez Polvillo
Publicado en la revista 'Octubre' (Valencina de la Concepción) correspondiente al año 2024

[1] En 1923 se lleva por primera vez a Nuestra Señora de la Estrella a la hacienda de Torrijos como forma de revitalizar la romería. 

[2] Manuel Mazo Suárez nació en Valencina en 1862, falleciendo en Cádiz en 1934. 

[3] El célebre pintor Gonzalo Bilbao había pintado hacia 1915 una pintoresca escena titulada «A la romería de Torrijos».
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El pasado 28 de septiembre, la Asociación de Fieles de Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando hizo entrega a Nuestra Señora de la Soledad de la Medalla de Oro de la Virgen de los Reyes, una distinción con la que se quería reconocer la trayectoria histórica y devocional de la Virgen de Castilleja, así como por las salidas previstas para el próximo año 2025 con motivo del XXVII Año Santo Jubilar de la Iglesia Católica y el LXXV aniversario de la Proclamación del Dogma de la Asunción. 

Con tal motivo, analizamos a continuación algunos aspectos sobre la vinculación de la Hermandad de Santiago Apóstol, Nuestra Señora de la Soledad y la Virgen de los Reyes, Patrona de la Archidiócesis. 

CULTOS A LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA Y SALIDAS ROCESIONALES DE LA VIRGEN DE LA SOLEDAD "DE REYES" 
Los cultos con motivo de la Asunción de la Virgen María, cuyo dogma cumplirá en 2025 su 75 aniversario, cuentan con una larguísima tradición en la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta, considerada una de las primeras corporaciones de toda Andalucía en celebrar dicho Misterio, varios siglos antes de su proclamación oficial. 

Así, ya en 1700 se realizaba «todos los cuartos domingos de cada mes una misa cantada a la Asunción de Nuestra Señora». En esta época, incluso se hacía habitualmente una procesión el 15 de agosto, tal y como se recoge en un informe realizado por el párroco en esta misma época, que indica que «Si el día quince de Agosto si hay procesión por las calles le toca al Beneficiado por sus derechos de vísperas y misa, sermón y teniendo de manifiesto al Santísimo y procesión». 

Estas celebraciones en torno a la Asunción de la Virgen se mantienen de manera ininterrumpida desde entonces, recogiéndose en las Reglas de 1721, en las de 1795 cuando se produce la fusión con la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago, en las de 1985, 2005, 2014 y hasta la actualidad. 

Sabemos que desde mediados del siglo XIX y hasta la primera década del XX, la Virgen de la Soledad procesionaba «de Reyes» por las calles de Castilleja, retomándose después durante unos años hasta el inicio de la Guerra Civil. 

En los años 50 del siglo XX está documentada la celebración, durante el mes de agosto, de una Octava en honor a la Virgen de los Reyes en la iglesia parroquial de Santiago, con Nuestra Señora de la Soledad ataviada bajo dicha advocación. 

Igualmente, en 1955 está recogida la salida procesional de María Santísima de la Soledad ataviada al modo de la Virgen de los Reyes el mismo 15 de agosto, con exorno floral de nardos. El día anterior se rezó un Santo Rosario por las calles de la localidad y a partir del día 16 se celebró una solemne octava. 

De nuevo se realizaron varias salidas «de Reyes» en la década de 1970. La última salida de este tipo de Nuestra Señora de la Soledad fue en el año 2000. 

SOLEDAD, «VIRGEN DE LOS REYES» CON MOTIVO DE LA EPIFANÍA 
Los cultos navideños organizados por la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta finalizan cada año el 6 de enero con la Solemnidad de la Epifanía del Señor. 

Ese día, la parroquia se transforma. La Virgen de la Soledad abandona el portal en el que ha estado durante toda la Navidad y muestra a los tres Reyes Magos al Hijo de Dios que está en su regazo. Durante ese día la Virgen se encuentra en besamanos, presentándose más que nunca como «Virgen de los Reyes» en posición sedente y con la cercanía de los tres monarcas llegados desde Oriente. 

Este culto, de gran tradición en la Hermandad, aparece recogido en Reglas, realizándose anualmente en torno a una Función Solemne con Santa Misa. 

CORONA DE REYES 
Nuestra Señora de la Soledad posee una corona, realizada por el insigne orfebre Fernando Marmolejo, que sigue en buena medida el modelo de la que luce la Virgen de los Reyes en su procesión anual del 15 de agosto. 

En este sentido, en su ráfaga superior puede leerse el lema "SINE LABE CONCEPTA. REGINA REGUM", siguiéndose no sólo la literalidad de la inscripción original de la presea de la Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, sino también su tipografía. 

Dicha corona la luce la imagen de María Santísima de la Soledad cada celebración de la Epifanía del Señor, portando en brazos al Divino Infante. 

EN EL PASO DE PALIO 
Cada Viernes Santo, el paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad luce, en el entrecalle de la candelería y tras el llamador, una magnífica reproducción de orfebrería de Nuestra Señora de los Reyes en pequeño formato. 

Fue realizada en 1951 por el orfebre Fernando Marmolejo sobre una peana de plata, rematándose con este precioso detalle el bello conjunto del paso de palio de la Virgen de Castilleja. 

TÚ, LA REINA DEL CIELO 
La Realeza de María, tan patente en la advocación de la Virgen de los Reyes, lo está también de manera permanente en los cultos a Nuestra Señora de la Soledad. La mayor prueba de esta identificación plena que la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol realiza entre la Virgen María y su consideración como reina celestial es el lema adoptado con motivo de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad, en el año 2016, que no fue otro que ‘Tú, la Reina del Cielo’. 

El arraigo de la realeza mariana cuenta con honras raíces en la hermandad santiaguista de Castilleja, tomándose el citado lema de la Coronación de la letra de una de las coplas más populares de las que se canta en el Septenario de Nuestra Señora de la Soledad. 

EL CORO LITÚRGICO 'NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD', EN LA PROCESIÓN DE LA VIRGEN DE LOS REYES DE 2016 
El 15 de agosto de 2016, el Coro Litúrgico ‘Nuestra Señora de la Soledad’, perteneciente a la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta, acompañó con sus voces a la Banda Sinfónica Municipal, encabezando la procesión de la Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, la Virgen de los Reyes Ambas formaciones interpretaron un total de diez marchas de procesión con partes cantadas. Entre las marchas interpretadas pudieron oírse dos composiciones dedicadas a Nuestra Señora Virgen de la Soledad con motivo de su Coronación Canónica: "Reina del Cielo", de Manuel Marvizón, y el Himno a Nuestra Señora de la Soledad, de Víctor López. 

PROCESIÓN EN 2025 
Para el próximo año 2025, la Autoridad Eclesiástica ya ha dado su visto bueno a dos salidas procesionales de carácter especial (no extraordinarias, al estar recogidas en Reglas). 

Una de ellas será el 14 de agosto de dicho año 2025 con motivo del LXXV aniversario de la Proclamación del Dogma de la Asunción, de tanto arraigo en la Hermandad, como ya se ha dicho. 

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Archivero de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol

Artículo publicado el 3 de octubre de 2024 en la web
de la Hermandad de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta 

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En el 'museo' permanente que estrenó Gines con el traslado del Ayuntamiento a la hacienda El Santo Ángel, pueden verse dos botellas (propiedad de Ignacio Montiel Hurtado) de un coñac llamado 'Imperial' fabricado por Liendo S.L. En esas mismas botellas se indica que la afamada Bodega Liendo había sido fundada en Gines en 1824, por lo que este año se cumplen dos siglos desde su creación. 

Por poner en contexto el tiempo transcurrido desde entonces, diremos únicamente que ese mismo año (1824) el ginense Narciso Heredia y Begines de los Ríos, más ampliamente conocido como Conde de Ofalia, era todavía Ministro de Estado con Fernando VII. 

Aunque el año de referencia del origen de las Bodegas Liendo es sin duda 1824, como se indica en sus botellas, lo cierto es que la primera documentación de la que disponemos al respecto es la referencia al arrendamiento que D. Pedro Liendo Cerro formaliza el 16 de julio de 1825 (con valor desde el día 5 anterior) de una hacienda en Gines por entonces denominada «de las Viñas». Su propietaria hasta ese momento era Dña. María Sánchez, natural de Chucena y viuda de Juan Gaviño. El arrendamiento quedó fijado por un periodo de tres años a razón de 10 reales diarios, siendo destacable que en ese momento carecía de actividad industrial, pues la propietaria la alquila «en consideración a no tener fondos ni caldos de alguna especie con que poder hacer el trapeo de vinos, vinagres y aguardientes». [1]

 Aquella hacienda de «las Viñas», que desde este momento comenzó a ser conocida como hacienda de Liendo, limitaba a su izquierda con una carnicería y a su derecha, es decir, subiendo la calle Real, con otra hacienda hoy desaparecida, la del Rosario y Santo Domingo, propiedad en esta época primero de D. Domingo Antonio Urruchi y después de D. Pedro Terán. 

La hacienda constaba por entonces de «caserío con viviendas, lagar con su viga, husillo y peso, veinte y nueve tinajas para cocer vino y balsas de aguardiente, varias de ellas empotradas, su atarazana, con sesenta y dos toneles, diez tinas para uvas, dos tinetas, carro para conducir las pipas, sonil de cobre, dos calderas (...), un corral o cercado a la espalda de dicha casa para desahogo con varias estacas de olivo...».

Pedro Liendo era natural de Allendelagua, perteneciente al municipio de Castro Urdiales, actualmente encuadrado en Cantabria, aunque históricamente perteneció a la provincia de Vizcaya en varios momentos. Sus padres fueron Diego de Liendo y Vicenta del Cerro, debiendo de llegar en estos años a nuestro pueblo junto a su hermano Manuel, quien se casó en 1836 con la ginense María Paula Cabrera Palomo y llegó a ser «alcalde constitucional» de Gines en 1841, habiendo ocupado antes (1837) el cargo de regidor. 

La llegada de los hermanos Pedro y Manuel Liendo a Gines no parece ni mucho menos un hecho aislado, sino que se incluye dentro de una amplia corriente migratoria desde Cantabria hacia Andalucía en el siglo XIX. También en este contexto debería incluirse la llegada a Gines de Francisco del Cerro, quien en 1814 había adquirido la hacienda de Santa Rosalía. También originario de Allendelagua, Francisco del Cerro fue muy probablemente familia de los citados Pedro y Manuel. 

Más que un arrendatario, Pedro Liendo se convirtió pronto en una inestimable ayuda económica para la propietaria de la hacienda, doña María Sánchez, que en su testamento de 1825 reconoce que debe al cántabro 2.067 reales «que me ha prestado para mis urgencias» [2]. Probablemente como consecuencia de esas necesidades económicas, la dueña fue vendiendo partes de la hacienda a Pedro Liendo en los meses siguientes. Así, en el mismo 1825 le vende una cuarta parte por valor de 23.750 reales, continuando en cualquier caso el arrendamiento ya indicado. 

Sólo unos meses más tarde, el 5 de junio de 1826, habiendo fallecido ya doña María Sánchez, sus tres hijos vivos (Juan, María e Isabel) venden por un total de 71.250 reales de vellón sus respectivas partes de la hacienda a Pedro Liendo, que se convierte así en propietario del total del edificio. 

Pedro Liendo estaba casado con María de las Nieves Sánchez, natural de Palma del Río (Córdoba). Fruto del matrimonio nacería en Gines en 1833 [3] Manuel Liendo Sánchez, quien sería bautizado en la parroquia Nuestra Señora de Belén el 2 de febrero de ese mismo año por Francisco Sánchez, religioso dominico del Convento de San Pablo de Sevilla. En los años siguientes nacieron sus dos hermanas: María Dolores (1837) y María del Rosario (1842), falleciendo don Pedro a los 61 años, el 13 de febrero de 1851. 

Andando el tiempo, la bodega pasaría a ser gestionada por Manuel Liendo Sánchez, quien se casó con Antonia Salazar Cano, natural de Bollullos del Condado, con la que tuvo dos hijos: Pedro Manuel (18 de junio de 1864) y María Dolores Liendo Salazar (1 de junio de 1867). Aunque propietario en Gines, Manuel Liendo aparece censado en Sevilla, primero en la calle Teodosio (1875) y después en la calle San Pablo (1895 y 1902). 

Ya viudo, en esta última dirección aparece como residente junto a su hija María Dolores y el marido de esta, Carlos María de la Lastra Romero de Tejada (1859-1939), con quien se había casado el 15 de abril de 1891 en la iglesia de la Magdalena de Sevilla. Aquel casamiento iba a entroncar a la familia Liendo con la nobleza sevillana, ya que Carlos de la Lastra era VI Marqués de Torrenueva y, entre 1914 y 1915, llegaría incluso a ser Alcalde de la capital hispalense. Además, fue dos veces diputado en Cortes, así como varias veces senador y presidente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. A la muerte de Manuel Liendo, el 17 de febrero de 1922, el marqués de Torrenueva y su esposa se convertirían en los herederos de la hacienda de Liendo, que comenzó a ser conocida a partir de entonces por el título nobiliario de su nuevo propietario [4], quien continuó el negocio de la bodega. 

Ese mismo año de 1922 el pintor José María Labrador Arjona realizó un dibujo para la marca Liendo que quedó reflejado en un panel publicitario de azulejos elaborado por Cerámica Santa Ana en la década de 1940 y que todavía hoy se conserva en la fachada del bar Los Claveles, en la Plaza de los Terceros de Sevilla. 

Tal y como señaló Matías Payán en su día [5], la hacienda aparece inscrita por primera vez en el Registro de la Propiedad el 3 de febrero de 1923 con un valor de 20.000 pesetas y a nombre de Manuel Liendo, ya fallecido por entonces. La única heredera era su hija María Dolores. 

Fruto del matrimonio entre el marqués de Torrenueva y María Dolores Liendo había nacido el 4 de abril de 1892 Manuel de la Lastra y Liendo, quien sería marqués de la Fuensanta del Valle, Gentilhombre de Cámara de S.M. Alfonso XIII y Capitán de Complemento de Artillería, además de marqués de Benamejí por su matrimonio con María de la Concepción Castrillo de Sanjuán. De aquella unión, sellada el 28 de abril de 1913 en la iglesia de San Lorenzo de Sevilla, nacerían hasta 9 hijos. 

 Además de cofrade y teniente hermano mayor de la Hermandad de la Amargura de Sevilla, tuvo el marqués un gran interés en el mundo del arte, siendo autor del dibujo del famoso retablo cerámico (1918) situado en la fachada de la iglesia de San Juan de la Palma. De hecho, incluso fundó, junto al ceramista Manuel García Bermúdez, una fábrica de barros vidriados denominada La Bética. Con 47 años, Manuel de la Lastra falleció el 25 de abril de 1939, apenas unos meses antes que su padre, Carlos de la Lastra, quien dejó de existir el 29 de agosto del mismo año a la edad de 79. 

Los vinos de Liendo disfrutaron de una enorme fama durante muchos años, siendo exportados fuera de España y logrando incluso galardones a nivel internacional, como el alcanzado en la Exposición Universal de Filadelfia de 1876 «por su excelente Montilla seco y aromático» [6]. Hay constancia también de su participación de la Exposición Universal de Viena (1873) y en la de París (1878), además de la Iberoamericana de 1929 en Sevilla. A esta última corresponde la fotografía en la que vemos al rey D. Alfonso XIII posando junto al marqués de Torrenueva (a la derecha de la imagen) durante la visita del monarca al expositor de la Bodega Liendo en la muestra celebrada en la capital hispalense. 

En 1950 todavía seguían anunciándose en la prensa los vinos de Liendo, pero la bodega tuvo cerrar definitivamente en 1951. José Luis Montiel señala que «350 arrobas de vino fino y 6.000 de vino corriente fueron vendidas a Jerez» [7]. Se instalaron entonces unas industrias de tapones y de fibras de lino, pero no llegaron a prosperar. 

En 1962, Benito Villamarín, por entonces ya presidente del Real Betis (1955-1965), compró la hacienda a los hermanos Lastra Castrillo, instalando en ella un almacén de aderezo y envasado de aceitunas bajo el nombre Hermanos Villamarín Prieto S.A. 

En junio de 1985, tras estar a punto de ser derribada en gran parte en años anteriores para construir viviendas, la adquiere Juan de Dios Pareja-Obregón García, quien la restauró e hizo de ella su residencia hasta su muerte, en 2012. La segregación del caserío con respecto al resto de la hacienda permitió la construcción de viviendas en parte de lo que fueron sus límites originales, respetándose la parte más significativa del edificio. 

Actualmente, el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) protege la torre y el señorío de la hacienda con el grado de catalogación I, el máximo posible, al mismo nivel que otros edificios emblemáticos como la Parroquia, la Ermita de Santa Rosalía o la hacienda El Santo Ángel, entre otros. Tan significativo en el paisaje de Gines es el trazado de la hacienda de Liendo, que hasta el propio escudo de la localidad reproduce en su cuartel derecho su emblemática torre de prensa. 

En 2019, la familia Pareja-Obregón vendió el edificio a los emprendedores sevillanos Luis Gutiérrez y María de los Ángeles Cepillo, quienes han dado forma en la hacienda a 'La Vinacería', una propuesta de negocio que ha devuelto al lugar, en el 200 aniversario de la bodega de Liendo, su histórica vinculación con el mundo del vino.

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en la Revista de la Feria de Gines 2024


[1] AHPSE. Sección de Protocolos. Signatura 21.057. 

[2] Ibidem. 

[3] Archivo Parroquial de Gines (A.P.G.) Libro de Bautismos 7. 

[4] La calle donde se levanta la hacienda también se denominó Marqués de Torrenueva entre 1938 y 2009. 

[5] PAYÁN MELO, Matías: 'Rocío, Valvanera y Gines', en el boletín 'Rocío de Gines', número 57. Diciembre de 2010. 

[6] 'Expositores de España y sus provincias de Ultramar recompensados en la Exposición Universal de Filadelfia en 1876'. Barcelona. 1877. 

[7] MONTIEL HURTADO, José Luis: 'Memoria de Al-Xines'. Ayuntamiento de Gines. 2006.
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Si hablamos del Coro de Campanilleros 'Nuestra Señora de la Soledad' y del año 1924, parece que estemos abocados a hacerlo de la célebre marcha 'Pasan los Campanilleros', estrenada entonces por la banda Soria 9 y compuesta por Manuel López Farfán a partir de una de las coplas del coro de nuestra Hermandad. 

Sin embargo, todavía dicho año nos depara una cuestión más de gran interés para la historia del coro, dejándonos testimonios de su relación con la devoción a la Virgen del Rocío. 

Antes de adentrarnos en esta cuestión, debemos señalar que el Coro de Campanilleros de La Plaza venía contando, desde principios de los años 20 del siglo pasado, con una popularidad cada vez mayor en el mundo cofrade sevillano. Dicho creciente renombre se basaba, fundamentalmente, en las intervenciones del coro en los Rosarios de la Aurora de diferentes parroquias de la capital, como San Juan de la Palma o San Julián, donde está documentada su participación de manera repetida entre 1920 y 1925. 

La explosión definitiva de esta fama, obviamente, llegó a raíz del estreno de la marcha 'Pasan los campanilleros' el 13 de abril de 1924 (Domingo de Ramos) tras el paso de la Virgen del Socorro, de la Hermandad del Amor. El maestro Farfán la había escrito a partir de «En la cima del monte Calvario», una de las coplas del repertorio del coro de La Plaza. 

Más allá del propio coro de nuestra Hermandad, estos años suponen un gran crecimiento en el reconocimiento público de los coros de campanilleros, multiplicándose en pocos años su número. 

La popularidad del fenómeno llegó hasta tal punto que el célebre cronista Don Cecilio de Triana publicó un artículo [1] en tono satírico titulado «¡Están de moda los campanilleros!» en el que se refería a la proliferación de este tipo de coros en aquella época, señalando que «a los tres meses ya había tres semejantes, con triángulos, guitarras y coplas sentimentales». Tan de moda estaba que en este año 1924 se celebra incluso un concurso de campanilleros [2] en el teatro Reina Victoria, del Prado de San Sebastián. 

En este contexto, la Hermandad del Rocío de Triana quiso contar con el Coro de Campanilleros 'Nuestra Señora de la Soledad' para la función principal previa a la salida de las carretas hacia la aldea almonteña. En su crónica de la ceremonia religiosa, El Correo de Andalucía señalaba el 6 de junio de 1924 que «Los campanilleros de Castilleja cantaron sus típicas coplas durante la celebración de la misa», en la que estuvieron presentes la infanta doña Luisa y sus hijas doña Isabel Alfonsa, doña María de las Mercedes (abuela del rey Felipe VI) y doña Esperanza. Ofició la ceremonia José Sebastián y Barandán. 

Dado el prestigio ya apuntado con el que contaba el Coro de La Plaza, su presencia en la función rociera fue, sin duda, una forma de realzar dicho culto ante la presencia de los representantes de la realeza citados, sin olvidar, por supuesto, los estrechos lazos que han existido siempre entre la Hermandad de Triana y el pueblo de Castilleja. 

Justo de ese año 1924 nos ha llegado una fotografía publicada en la prensa de la época [3] y firmada por el célebre reportero gráfico Cecilio Sánchez del Pando. En ella puede verse el discurrir por Castilleja de la carreta del Simpecado de Triana, aunque el pie de foto no precisa el lugar exacto ni puede identificarse en la imagen, que reproducimos en este artículo. 

Campanilleros con carreta propia 
Ese año 1924, el Lunes de Pentecostés fue el 9 de junio. Al día siguiente, el periódico La Unión publicaba una extensa crónica en la que se detiene especialmente en la presentación de las hermandades ante la Matriz de Almonte. Al referirse a la hermandad de Triana, señala que una de las carretas que acompañan a la del Simpecado «la ocupan los campaniyeros [sic] de Castilleja. El público pide que canten y se hace el silencio. Suena la campanilla y la tonada pastoril», reproduciéndose a continuación la letra completa de la copla interpretada: 

Madre mía, 
Virgen del Rocío, 
el día de tu Santo 
vienen a saludar 
hermandades de todos los pueblos, 
Tú con alegría 
las recibirás, 
Viva del Rocío
la Blanca Paloma 
Virgen celestial. 

Este mismo momento del sábado de presentación lo recogió así el diario ABC [4]: «La carreta del Campanillero de Castilleja, que desfila con Triana, da frente a la ermita, y en la misma puerta se arrodillan los bueyes. Suena la música metálica de unas campanillas y unos hierros, y de la carreta sale un canto llano, pausado, muy sentido, que entra por los oídos y sale por los ojos. Es un canto de gran abolengo religioso, acaso dominicano, con quejas de martinete». 

El 12 del mismo mes de junio, de nuevo el periódico La Unión se refería a una de las características reuniones que se producen en El Rocío durante la romería. Bajo la denominación «Los Seises», estaba integrada por un grupo de cofrades sevillanos y se situaba «a las afueras de la aldea almonteña», donde tenían «una hermosa casa de campaña». 

La noche del domingo, apenas unas horas antes de la salida de la Virgen, los campanilleros de La Plaza visitaron la citada caseta junto a los de Tomares, ofreciendo «Dos horas de concierto muy agradables». De nuevo el redactor reproduce algunas de las coplas interpretadas. Son las siguientes: 

Este año los campanilleros
venimos cantando para saludar, 
a nuestra Madre Virgen del Rocío
que es la alegría de nuestra Hermandad. 
Pues no hay que dudar 
Nuestra Madre Virgen del Rocío,
es la más bonita que has visto y verás. 

Ya traemos los campanilleros
la Blanca Paloma de nuestra Hermandad. 
La acompañamos todos los hermanos 
que el santo rosario vamos a cantar. 
Pues no hay que dudar 
Madre mía que eres la más bella 
y la más divina que en el cielo está. 

De los cielos bajó una Paloma 
y en la marisma la vieron entrar 
 Nuestra Madre Virgen del Rocío 
que bajo del palio trae la Hermandad. 

Con todo ello, queda constancia de la poco conocida relación del Coro de Campanilleros de la Hermandad con la devoción a la Virgen del Rocío, de la que se cumplen al menos 100 años en 2024.

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Anuario de la
Hermandad de Santiago de Castilleja de la Cuesta 2024

[1] El Noticiero Sevillano. 27 de junio de 1924. 

[2] El Correo de Andalucía. 14 de junio de 1924. 

[3] La Unión Ilustrada. 22 de junio de 1924. 

[4] ABC de Sevilla. 13 de junio de 1924.
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Estas líneas comenzaron a escribirse mientras se alejaba como lo hace la bondad, dejando la paz a su paso. 

Sentí la necesidad de llevarlas al papel sabiendo que los instantes sublimes son efímeros y que los destellos de eternidad sólo pueden guardarse entre los latidos. 

Con el cuerpo y el alma hacinados en un puño con los de tus hermanos, recuerdas que María, como Dios, sólo cuenta hasta uno. Es su forma de atendernos personalmente, de escuchar nuestras plegarias y acoger nuestro agradecimiento desde la más absoluta individualidad. 

Por eso, pese al gentío, uno puede sentirse solo junto a Ella en una Plaza de Doñana atestada de gente. La intensidad de lo vivido daría para otro artículo, quizá para cien de ellos, pero hoy no quiero quedarme con la pisada, sino con la huella; no con la voz, sino con el eco. 

La visita fue breve, o al menos así nos lo pareció, porque el tiempo acelera cuando es él quien nos cuenta a nosotros. Al marcharse, nos miramos los corazones al trasluz de la mañana, y comprobamos que, ahora sí, la historia era completa. 

El enviado de Pedro fue testigo, igual que lo fue en su día el apóstol sobre el que Cristo levantó el inmenso tesoro que celebramos en Pentecostés. Al alejarse, nos mostraba el «manto de los apóstoles», en el que alguien bordó hace casi 70 años el escudo de los rocieros de nuestro pueblo. En sus hilos, un pedazo de Gines seguía con Ella. A cambio, la Virgen nos dejaba los minutos eternos de la plenitud. 

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Anuario de la Hermandad del Rocío de Gines 2024
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