El 9 de febrero de 1963 ocurría un hecho insólito en el pueblo. El tractor de Matías Camino Payán se encontraba trabajando en unas obras para rebajar el terreno en la actual calle Nuestra Señora del Rocío, por entonces casi en los límites del 'Gines habitado'. Inesperadamente, el suelo cedió, abriéndose una hondonada en la que el vehículo quedó parcialmente atrapado. Tras retirarlo, los trabajadores comprobaron que había aparecido una abertura circular que daba acceso, a unos dos metros de profundidad, a una serie de galerías subterráneas nunca vistas hasta entonces. Uno de aquellos obreros, Alberto Pérez Mora, decidió comprobar de primera mano qué era aquello en realidad...
El acontecimiento resultó tan llamativo que incluso la prensa de la época se hizo eco de la noticia. Así, el diario vespertino 'Sevilla' recogía el 22 de febrero un extenso artículo que titulaba: "Al realizarse unas obras, aparece un pozo con tres galerías, en Gines", subrayando en el subtítulo que "El hallazgo puede tener gran importancia arqueológica".
Según relata el periódico, "Alberto Pérez decidió bajar y cuál no sería su sorpresa al apreciar que del improvisado pozo, de su base, partían tres galerías que se perdían en las entrañas de la tierra: la primera, en dirección a la hacienda de Torregines [1]; la otra, hacia el término de Villanueva del Ariscal [2], y la tercera, iba en derechura a la referida plaza del pueblo". El orificio surgió a la altura del actual garaje del centro comercial Santa Rosalía, aunque en la parte más cercana al margen contrario, a "unos cincuenta centímetros del muro que circunda la hacienda de Torregines".
Alberto Pérez informó del hallazgo "a los compañeros de trabajo (...) y a la vecina del pueblo doña Teresa Pérez Chaparro", que vivía en las cercanías, decidiendo a continuación "realizar una somera exploración y siguió durante largo trecho la tercera galería de las indicadas, que estaba orientada hacia la plaza del pueblo y la hacienda de Santa Rosalía".
Así fue como "recorrió un buen trecho, comprobando que se hallaba en perfecto estado de conservación y que no tenía fin. Su altura permitía recorrerla cómodamente y sin agobios; pero el hombre, temeroso de extraviarse o porque no creyó oportuno seguir por falta de recursos precisos para la aventura, volvió atrás, presentándose a las autoridades de la localidad e informándole de lo acontecido y de cuanto vio".
Lógicamente, "la noticia corrió como la pólvora por el lugar y alrededores y la fantasía (...) no tuvo freno ni barrera", pero "por órdenes superiores, el boquete y con él las galerías, fueron de nuevo cubiertos, rellenos con la misma arena que se extrajo al ocurrir el hundimiento del tractor".
El redactor señalaba que varias personas del pueblo interesadas en la arqueología pusieron los hechos en conocimiento de "los departamentos provinciales correspondientes", esperándose a partir de entonces "las oportunas órdenes para que se redescubra el lugar y se salga de una vez de las dudas que atosiga la curiosidad del vecindario".
Pocos días después, el 8 de marzo, el mismo periódico publicaba un segundo artículo firmado, al igual que el primero, con el pseudónimo Borbujo. Volviendo sobre el tema, el redactor señalaba que "Unos chicos han tratado de redescubrir el 'hoyo de Gines", haciendo hincapié en que "Los vecinos desean la inmediata intervención de las autoridades y expertos para aclarar la cuestión", ya que no hacerlo "puede ser peligroso para el tesoro arqueológico nacional".
El artículo apuntaba que el descubrimiento de los días anteriores "fue tapado nuevamente sin dar cuenta oficial al organismo provincial competente", pero pocas horas después de la publicación del hallazgo en la prensa "varios muchachos se esforzaban en desenterrar 'aquello' por su cuenta y riesgo", siendo necesario "intervenir para evitar que los curiosos chicos siguieran la obra".
La cercanía (temporal y física) del descubrimiento del tesoro del Carambolo apenas unos años antes [3] despertó inmediatamente las especulaciones sobre el alcance del hallazgo de Gines, todo ello reforzado por la existencia también de importantes restos arqueológicos en las vecinas Castilleja de Guzmán y Valencina. El periodista del diario 'Sevilla' se pregunta así por el origen de las galerías encontradas, señalando que "un destacado vecino de la localidad muy versado en arqueología (...) conoce referencias de determinadas personas" que incluso afirmaban haber recorrido otros túneles "en varios kilómetros de longitud".
Lo cierto es que aquellos túneles fueron tapados sin más investigación. Apenas un niño por entonces, Rogelio, hijo del citado Alberto Pérez Mora, recuerda ahora cómo su padre le contó que, más allá de las propias galerías, lo único que encontró en su interior fue una vasija rota en la que podía leerse una llamativa inscripción, "Real Tesoro", aunque lamentablemente carecía de todo contenido.
En mayo de 2017, más de medio siglo después de aquel primer hallazgo, durante unas obras de remodelación en la zona aparecían unas nuevas galerías al inicio de la cercana calle Conde de Ofalia, junto a la Plaza de España. Al contrario que entonces, en esta ocasión se quiso no sólo documentar los túneles, sino también hacerlos accesibles para posibles estudios posteriores por parte de los especialistas.
Fue así como desde la ‘Sociedad Espeleológica Geos’ se elaboró un plano completo de las galerías, relacionándolas (a falta de una investigación más profunda) con la época almohade y con un uso orientado a la conservación y almacenaje de productos agrícolas.
Ambos hallazgos, el de 1963 y el de 2017, a buen seguro relacionados entre sí, vienen a confirmar los testimonios orales que cuentan la existencia de una amplia red de galerías subterráneas en el centro de Gines.
Probablemente nunca las conozcamos en toda su dimensión. Forman parte de un pasado casi olvidado en torno a formas de vida ya desaparecidas, un patrimonio de una importancia aún por descubrir que nos aguarda oculto bajo nuestros propios pies.
JOSÉ
RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en la Revista de la Feria de Gines 2022
Con mi
agradecimiento más especial a Rogelio Pérez Ostos
y Juan Carlos Mora Palomo por ayudarme a completar
esta historia que, 60 años después, sigue
hablándonos del Gines más desconocido.
[1] La hacienda se encontraba en el margen derecho de la calle en dirección a la Plaza de España.
[2] Esta galería iría bajando la calle Nuestra Señora del Rocío hacia la actual calle Colón.
[3] El tesoro del Carambolo fue encontrado el 30 de septiembre de 1958.