El próximo 11 de septiembre se cumplirán 250 años del nacimiento en Gines de Narciso Heredia Begines de los Ríos, quien con los años llegó a ser conocido internacionalmente como Conde de Ofalia, convirtiéndose en un personaje clave en muchos aspectos de la España del siglo XIX.
El nacimiento tuvo lugar en la antigua hacienda de Santa Rosalía (actual Casa de la Cultura ‘El Tronío’). Así se indica en la semblanza que aparece en el libro «Escritos del Conde de Ofalia» [1], que recoge buena parte de la obra de nuestro personaje y cuya biografía inicial fue escrita por Fernando Álvarez, funcionario público que trabajó con Ofalia.
En el Archivo Parroquial de Gines [2] conservamos su partida de bautismo, que dice así:
En domingo, días diez y siete de septiembre de mil setecientos setenta y cinco años, yo el doctor don Francisco Serrano, Fiscal del Juzgado de testamentos de la ciudad de Sevilla, con permiso de don Manuel Antonio de la Rosa, cura y beneficiado propio de la iglesia parroquial de esta villa de Gines, bauticé solemnemente en ella a Narciso, José, Jacinto, Jerónimo, que nació el día once de dicho mes y año, hijo legítimo de don Narciso de Heredia y Spínola, y de doña María de las Mercedes Bejines de los Ríos, vecinos de dicha villa, fueron sus padrinos don Diego Bejarano y doña Mayor Bejarano, vecinos de dicha ciudad, a quienes advertí el parentesco espiritual y la obligación de enseñarle la doctrina cristiana, y lo firmé, fecha supra.
Doctor Francisco Serrano y Durá.
Don Manuel Antonio de las Rosa, cura.
NOTA MARGINAL: Narciso José Jacinto Jerónimo fábrica 4 reales de vellón
Durante mucho tiempo se especuló con la posibilidad de que el pequeño Narciso hubiese nacido en nuestro pueblo de manera circunstancial, apuntando a que el alumbramiento se habría producido en Gines durante una visita de sus padres a unos familiares o amigos, o simplemente por pura casualidad, tratando de desvincular así a Ofalia de sus raíces ginenses.
Lo cierto, como vemos en el documento parroquial que da fe de su bautismo, es que sus padres eran «vecinos de esta villa», algo que corrobora el ya citado Fernando Álvarez, quien señala que la hacienda era «propia de su familia».
Estos datos, que desmienten el nacimiento fortuito en Gines, se han podido confirmar recientemente por informaciones localizadas en otros archivos y que hoy publicamos por primera vez en este artículo.
Así, el 17 de octubre de 1773 [3] el abuelo del futuro Conde de Ofalia, Narciso Fernández de Heredia, compró la hacienda a su entonces propietario, Manuel de Zamora, y apenas 6 días después (el 23 de ese mismo mes) la traspasó a su hijo, Narciso Fernández de Heredia y Espínola, padre del futuro Conde.
De manera que cuando el pequeño nace (1775), efectivamente la hacienda era propiedad de su familia, aunque no lo iba a ser por mucho tiempo más porque en agosto de 1776 alquilan la parte de trabajo del edificio (bodega, lagar...) a Juan Míguez, para acabar vendiéndola por completo el 4 de marzo de 1778 a Manuel de Aguirre y Basaguren.
El Gines en el que nació Ofalia apenas tenía 500 habitantes y una economía que giraba en torno a las haciendas, entre ellas la de Santa Rosalía, su 'casa natal'. Poco después del nacimiento de nuestro protagonista, la familia se traslada a Almería, donde realiza sus primeros estudios, y después a Granada, donde se doctora en Filosofía, Leyes Civiles y Sagrados Cánones.
Con apenas 23 años comienza sus primeros pasos en la carrera diplomática, para la que pronto mostró grandes dotes gracias a su carácter abierto y dialogante. De hecho, el mundo diplomático sería su principal dedicación a lo largo de su vida, aunque las circunstancias le llevaron a ocupar cargos políticos de gran relevancia a los cuales nunca aspiró e incluso intentó rehusar.
Fue así como se convirtió en Presidente del Gobierno (o su equivalente de entonces) en dos ocasiones. La primera, bajo la denominación de Secretario de Estado entre el 25 de diciembre de 1823 y el 11 de julio de 1824, durante la etapa absolutista de Fernando VII. La segunda, como Presidente del Consejo de Ministros, del 16 de diciembre de 1837 al 6 de septiembre de 1838, ya durante el reinado de Isabel II y la regencia de María Cristina.
Sumando ambas etapas, ostentó la máxima responsabilidad del Gobierno 463 días (1 año y 98 días), un periodo que puede parecer corto según los estándares actuales pero que no lo es en absoluto si tenemos en cuenta la gran cantidad de gobiernos que se sucedieron en estos convulsos años del siglo XIX español.
No fueron estos, sin embargo, los únicos cargos políticos que ocupó. En 1823 fue nombrado Ministro de Gracia y Justicia, y en 1832 Ministro de Fomento, un súper-ministerio que no existía hasta ese momento y bajo el que se agruparon competencias muy variadas: desde obras públicas hasta el comercio interior y exterior. También controlaba la administración general del Estado, la educación, los ayuntamientos, la policía y la seguridad ciudadana.
El título de Conde de Ofalia, con el que se le conoció en toda Europa, no fue nunca privativo suyo, sino que lo ostentó como consorte de su segunda mujer, María Dolores de Salabert y Torres, hija del marqués de Torrecilla. Gracias a sus méritos como diplomático, en 1833 Fernando VII creó el título de marqués de Heredia (con Grandeza de España) a favor de Narciso, que sin embargo siguió utilizando públicamente el de conde de Ofalia, con el que se había hecho muy conocido a nivel internacional durante sus embajadas en Londres y París.
Tras conocer la muerte de sus dos esposas y sus dos hijas, y con no pocos achaques de salud, el Conde de Ofalia murió en 1843 a los 68 años de edad. La suya es una historia de conciliación y servicio, la de un diplomático al que las circunstancias del país le llevaron a ocupar importantes cargos políticos que nunca deseó. Situado en el 'centro político' de su época (entre los carlistas y los liberales), su trayectoria pública vino marcada por cualidades muy ligadas a los rasgos de su propia personalidad. Su carácter dialogante y moderado, su desinterés personal, su patriotismo, su búsqueda del entendimiento y su fidelidad (al rey y a los intereses de España), le convierten en alguien digno de admiración, aunque lamentablemente muy desconocido todavía en el pueblo que le vio nacer.
José Rodríguez Polvillo
Publicado en la Revista de la Feria de Gines 2025
[2] APG. Libro 5 de Bautismos.
[3] AHPSe. Protocolos de Gines. Leg. 21056.