En los muros de la vieja hacienda resuenan todavÃa los susurros de un tiempo que se fue. Murmullos que cuentan, a quien quiere escuchar, historias de las vivencias de todo un pueblo.
Si prestas atención, quizá puedas oÃr las oraciones de Juan José del Castillo a su querida Santa de Palermo. Si oyes bien, puede que escuches la alegrÃa infantil de quien más tarde serÃa el Conde de Ofalia, nacido al abrigo de este lugar.
Si guardas silencio, es posible que el viento de traiga recuerdos que nunca tuviste, reflejos de un pasado en el que MarÃa MartÃn y su yerno Jerónimo Losada daban los primeros pasos de la Hermandad del RocÃo.
Si escuchas lo que el pasado tiene que decirte, quizá descubras cuánta vida ha desfilado ya por el interior de ‘El TronÃo’.
Cada rincón de la hacienda es testigo de una hora pasada, de una vida que no volverá, de unas vivencias que se afanan en seguir escondidas a nuestra vista.
Cierra los ojos y disfruta del privilegio de poder escuchar cada dÃa los susurros del tiempo.
Si prestas atención, quizá puedas oÃr las oraciones de Juan José del Castillo a su querida Santa de Palermo. Si oyes bien, puede que escuches la alegrÃa infantil de quien más tarde serÃa el Conde de Ofalia, nacido al abrigo de este lugar.
Si guardas silencio, es posible que el viento de traiga recuerdos que nunca tuviste, reflejos de un pasado en el que MarÃa MartÃn y su yerno Jerónimo Losada daban los primeros pasos de la Hermandad del RocÃo.
Si escuchas lo que el pasado tiene que decirte, quizá descubras cuánta vida ha desfilado ya por el interior de ‘El TronÃo’.
Cada rincón de la hacienda es testigo de una hora pasada, de una vida que no volverá, de unas vivencias que se afanan en seguir escondidas a nuestra vista.
Cierra los ojos y disfruta del privilegio de poder escuchar cada dÃa los susurros del tiempo.