La romería de Torrijos cuenta con una dilatada hemeroteca en la que queda reflejado a la perfección aquel aforismo que asegura que «el periodismo es el primer borrador de la Historia». Dentro de esta 'historiografía de urgencias' que tanto nos ayuda a conocer cómo eran las celebraciones torrijeras de antaño, nos detenemos en esta ocasión en una amplia crónica publicada por El Correo de Andalucía hace ahora casi 100 años.
[1] En 1923 se lleva por primera vez a Nuestra Señora de la Estrella a la hacienda de Torrijos como forma de revitalizar la romería.
Fue el 11 de octubre de 1927, martes, cuando las páginas del diario fundado por el cardenal Spínola recogían en su portada una llamativa fotografía del traslado de la Virgen de la Estrella camino de la hacienda de Torrijos. A ambos lados de la carreta tirada por bueyes aparecen las autoridades de la época e incluso algunos pequeños, destacando especialmente el palio que en estos años cubría a la Virgen en sus salidas de octubre.
Ya en páginas interiores, un redactor que no firma realiza un amplio relato de la jornada festiva, haciendo hincapié en «los infinitos devotos que en Sevilla tiene el venerado Cristo Atado a la Columna». El cronista recuerda cómo, «hasta hace unos años», los cultos y festejos habían entrado en decadencia, pero «hace menos de un lustro» [1] se constituyó una comisión, «de la que fue alma en los primeros días el popular sochantre de dicha parroquia don Raimundo Pabón», lo que sin duda había servido como nuevo impulso a estas celebraciones.
Del quinario iniciado en días previos, destaca el reportero el «magnífico coro (...) formado por cuarenta voces», obra del «joven párroco» Manuel Carmona Sabort. La noche anterior a la romería hubo «concierto musical por la banda, cine y bailes populares», comenzando el domingo con diana y misa del alba. Con la Virgen de la Estrella ya en su carreta, a las diez y media se ponía en marcha la comitiva, «en la que se veían numerosas carrozas y carretas, ómnibus y camiones adornados, amén de carros y jinetes llevando a las bellas muchachas de los pueblos del contorno a la grupa en dirección al Santuario».
El pueblo lucía «exornado con muchos arcos de follaje, y con las casas preciosamente engalanadas». Al llegar a la hacienda, el cortejo fue recibido por el administrador del propietario, el marqués de Casa Mendaro, tras lo que comenzó la misa en la capilla, oficiada por «el respetable salesiano natural de Valencina don Manuel Mazo» [2].
Terminada ya la Eucaristía, «se organizó en la amplia explanada de la finca (...) el almuerzo al arrimo de las carretas, haciéndolo otros en las dependencias del caserío». La escena, señala el redactor, dejaba «el aspecto de una verdadera feria y un golpe de vista digno de los pinceles del maestro Bilbao» [3].
Mientras tanto, «la banda de música de Valencina amenizó la romería», que a las cinco y media de la tarde emprendía el regreso de la Virgen al templo parroquial, «siendo recibida en el pueblo con muchos vítores, cohetes y música». La crónica concluye dejando anotado el regreso a sus pueblos de los romeros de otras localidades, entre las que se cita a Santiponce, Salteras, Chucena, Olivares, Castilleja y la ciudad de Sevilla.
José Rodríguez Polvillo
Publicado en la revista 'Octubre' (Valencina de la Concepción) correspondiente al año 2024
[2] Manuel Mazo Suárez nació en Valencina en 1862, falleciendo en Cádiz en 1934.
[3] El célebre pintor Gonzalo Bilbao había pintado hacia 1915 una pintoresca escena titulada «A la romería de Torrijos».