El lábaro de la Resurrección y la Hermandad de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta

Entre los elementos simbólicos asociados a la Hermandad de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta, destaca de una manera singular la bandera blanca con cruz roja que recorre las calles de la localidad cada mañana de Domingo de Resurrección junto al Simpecado de Nuestra Señora de la Soledad entronizado en su carreta. 

Dicha bandera, que luce los colores asociados a la propia Hermandad, debe entenderse sin embargo como una pieza simbólica de mucho mayor calado que una simple divisa, emparentándose con imágenes recurrentes en la iconografía cristiana, sobre todo en lo referente a la Resurrección de Cristo, que la Hermandad celebra de una forma tan especial. 

En este sentido, podemos relacionar la bandera blanca y roja de la Hermandad de La Plaza con el lábaro de la Resurrección, un elemento de gran tradición en el arte cristiano que tiene en la hermandad santiaguista de Castilleja un eslabón más pleno de significado. 

En su origen, el lábaro era (así lo define la RAE) un estandarte romano, de modo que lleva asociado desde los inicios un doble componente que continúa presente en el uso actual del término: por un lado, una función de representación, y de otro, una simbología militar que lo une indefectiblemente al concepto de victoria. 

El 'salto' del lábaro al mundo cristiano hay que buscarlo en la célebre batalla del Ponte Milvio (28 de octubre del año 312), en Roma, cuando el (todavía pagano) emperador Constantino tiene una visión que iba a resultar de enorme trascendencia. Lo que vio nos lo cuenta Eusebio de Cesarea, contemporáneo del emperador, quien relata cómo Constantino le contó personalmente que «vio con sus propios ojos, en pleno cielo, superpuesto al sol, un trofeo en forma de cruz, construido a base de luz y al que estaba unido una inscripción que rezaba: con este signo vencerás» [1] (en latín, «in hoc signo vinces»). Otro cronista contemporáneo a los hechos, Lactancio, señala que Constantino incluso hizo grabar aquel 'signo vencedor' en los escudos de sus soldados [2]

Sólo unos meses más tarde, ya en 313, el propio Constantino y el también emperador Licinio firmaron el Edicto de Milán [3], que significó el cese de la persecución de los cristianos, paso previo a la futura adopción del cristianismo como religión oficial del imperio, que sucedería en 380, ya bajo el mandato de Teodosio I [4]


A partir de ahí, la iconografía cristiana acabaría asociando el lábaro (o estandarte) con la cruz [5] al momento de la Resurrección de Cristo, representación de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con alguna leve discrepancia por parte de algunos artistas, lo cierto es que se acabaría imponiendo un modelo muy concreto en estas representaciones: una cruz roja sobre un fondo de tela blanco.

La lista de artistas que han seguido este modelo es tan interminable como del más altísimo nivel pictórico a lo largo de la Historia. Por nombrar sólo algunos, citemos las representaciones de la Resurrección realizadas por Andrea di Bartolo (1410), Fra Angelico (1442), Andrea Mantegna (1459), Piero della Francesca (1465), Boticelli (1490), Perugino (1499), Rafael (1502) Veronese (ca. 1560) o Juan Bautista Maino (1612), entre otros muchos. 

La correlación de los colores y su significado parece clara. Así, el blanco representaría la luz como oposición a la muerte y la oscuridad, vencidas ya por Cristo. Por su parte, la cruz en tonos rojos funcionaría a modo de reminiscencia de la sangre del Señor como fuente de la Salvación del mundo y la liberación del pecado. 

Las representaciones del lábaro con cruz roja sobre fondo blanco van, sin embargo, más allá de la propia iconografía de la Resurrección, pudiendo encontrarse también, de manera más puntual, en imágenes de Cristo en los infiernos, del Agnus Dei, de la Ascensión, de la Aparición de Cristo a María Magdalena e incluso de Cristo como Salvador del mundo. 

En esta línea iconográfica, de larguísima tradición en la Iglesia como acabamos de ver, es en la que hay que enmarcar la bandera blanca con cruz roja que la Hermandad de Santiago enarbola cada Domingo de Resurrección en 'La Vuelta'. Con ella decimos, llenos de alegría, que Cristo ha vencido a la muerte y que la suya será siempre una bandera de triunfo y salvación.

José Rodríguez Polvillo
Archivero de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol

Publicado en el anuario 'De Santiago' (Marzo de 2025), de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta


[1] DE CESAREA, EUSEBIO: «Vida de Constantino». Libro I, Cap. 28. 

[2] LACTANCIO: «Sobre la muerte de los perseguidores». 

[3] Ambos emperadores indican textualmente en este documento legislativo que «hemos creído nuestro deber tratar (...) el respeto de la divinidad, a fin de conceder tanto a los cristianos como a todos los demás, facultad de seguir libremente la religión que cada cual quiera», señalando además que «hemos otorgado a los cristianos plena y libre facultad de practicar su religión». 

[4] Edicto de Tesalónica. 

[5] Inicialmente los cristianos fueron muy reticentes a identificarse a sí mismos con la cruz por su carácter infamante.

JRP

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