Ocurre a menudo que las palabras sencillas son las que más verdad esconden. A veces pasan desapercibidas y, de tanto usarlas, la costumbre apenas nos deja oírlas, pero en ellas se guarda, no lo duden, lo verdaderamente auténtico, la verdad sin pretensiones.
Esta es una historia de Fe, Hermandad y Esperanza, una historia en la que, sin darnos cuenta, ha tomado forma una manera propia de hacer camino, unas señas de identidad ligadas para siempre a Ti, Rocío, y tejidas entre nosotros a partes iguales a base de devoción y amistad. Se cumple ahora una década de un caminar que no acaba cada año al llegar a la Aldea, ni tampoco con el regreso a Gines... Esta familia rociera sigue uniendo sus pasos más allá del reclamo de la primavera, y ya van 10 años en los que no sólo nos reunimos para emprender juntos el camino, sino que apenas con mirarnos entre nosotros, en cualquier época del año, Ella se hace presente.
En estos 10 años el camino ha sabido probarnos como lo hace la vida. Ha habido momentos duros, inmensamente duros, pero sobre todo ha sido un gran regalo para todos nosotros. Y lo es porque, mientras te buscábamos, Rocío, te encontrábamos en la generosidad de otras manos, en la cercanía de otra mirada, en el aliento de otras palabras... No diremos que no costó, ni que fue fácil, pero sí que, estamos convencidos, no lo hubiéramos logrado sin tu ayuda.
Desde el más veterano hasta los más pequeños, que entre nosotros son legión. De todos ellos hemos aprendido a quererte. Desde el paso experto de una medalla oscurecida hasta el que ni siquiera sabe andar todavía. De quien nos habla de aquellos caminos de antes hasta quien apenas balbucea tu nombre. Cada uno a su manera ha logrado que su forma de quererte sea también la de todos nosotros, y que este grupo sume año tras año un nuevo capítulo al servicio siempre de la Hermandad.
Por eso no exagero si les llamo familia, no, porque compartimos Madre y Padre, y hasta el relente del camino es menos frío si nos sabemos bajo su manto. Porque en los ojos de nuestros niños, correteando en medio de una 'pará', hemos visto el reflejo del Pastorcito.
Los sentimientos no necesitan un lenguaje distinto, sino simplemente un lenguaje que sea verdadero. Por eso sobran las palabras para decir que somos, sobre todo, AMIGOS y ROCIEROS.
Publicado en el Anuario de la Hermandad del Rocío de Gines 2020