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LA TINTA DE LA MEMORIA

José Rodríguez Polvillo

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Fray Ambrosio de Valencina.
Retrato anónimo hacia 1915.
Cinco años después de que el célebre 'Padre Manolito' [1] hiciera repicar las campanas de Valencina para anunciar en primicia la proclamación del dogma de la Inmaculada, nacía en el pueblo un hombre que iba a hacer de su vida una palabra al servicio de la Virgen. 

Fue el 5 de noviembre de 1859, siendo bautizado la noche de aquel mismo día con el nombre de Francisco de Asís Marín Morgado. El nombre elegido fue casi una premonición pues, con los años, la regla del santo italiano iba a convertirse para aquel pequeño en un verdadero camino vital. 

Sus padres (Manuel Marín y Gabriela Morgado) eran «pobres de los bienes de la tierra», lo que llevó al joven a tener que emplearse en las faenas del campo. Eso no evitó que desde muy pequeño se aplicase al estudio de la virtud y las letras, jugando a menudo a «hacer altarcitos con estampas y flores, decir misa, predicar y remedar lo que veía hacer en la Iglesia» [2]. 

Gracias a los consejos de los sacerdotes don Fernando Díaz y don José Pabón logró superar una etapa de tibieza espiritual que le sobrevino con 12 años. Sin embargo, no sería hasta 1879 cuando un encuentro con el ya anciano fray Esteban de Andoain [3] iba a determinar toda su vida futura, ingresando en la Orden Capuchina el 15 de octubre de ese mismo año. 

Entró en el noviciado de Sanlúcar de Barrameda, cambiando desde entonces su nombre, como es tradición entre los capuchinos, por el de fray Ambrosio de Valencina. Fue destinado después a Pamplona para continuar sus estudios, siendo ordenado sacerdote en Vitoria en 1884 y participando en 1886 en las misiones capuchinas en las Islas Carolinas. 

Ocupó numerosos cargos de relevancia. Por nombrar sólo algunos, citaremos los siguientes: definidor y guardián del convento de Valencia (1892), guardián del convento de Sanlúcar de Barrameda (1893) y Ministro Provincial de Andalucía (1895-1902 y 1905-1910). Además, fue doctor en Teología y Cánones en la Universidad Pontificia de Sevilla (1897) y predicador de S. M. el Rey Alfonso XIII en 1907. 

Fue fray Ambrosio quien restauró, bajo el nombre de la Inmaculada Concepción, la provincia capuchina de Andalucía, desaparecida tras las exclaustraciones de 1835. Bajo su mando, los capuchinos andaluces recuperaban así su entidad propia, después de integrarse durante un tiempo en la provincia de Toledo. 

Junto al cardenal Spínola, que había fundado El Correo de Andalucía en 1899, fray Ambrosio tuvo un papel determinante en el impulso que recibió en estos años la denominada «buena prensa». Así, en 1900 fundó la Imprenta Divina Pastora en el convento sevillano, donde puso en marcha el 15 de febrero de ese año 'El Adalid Seráfico', una publicación ilustrada semanal distribuida mediante suscripción y con la que se pretendía la difusión del mensaje evangélico frente a la aparición de no pocos periódicos anticlericales. 

Hombre ilustrado y de viva inteligencia, fray Ambrosio gozó de gran popularidad en su tiempo y destacó especialmente por su enorme trabajo literario y periodístico. Además de los numerosos escritos que vieron la luz en 'El Mensajero Seráfico' y 'El Adalid Seráfico', entre sus principales publicaciones pueden citarse «Flores del claustro» (1897), «Cartas a Teófila» (1897), «La vida religiosa» (1898), «Retórica elemental» (1899), «Lirios del valle» (1900), «Mi viaje a Oceanía» (1902) o «Soliloquios» (1903). Escribió, además, una reseña histórica en varios tomos sobre la provincia capuchina de Andalucía, así como un estudio sobre los capuchinos andaluces durante la invasión francesa. Sus obras lograron un gran éxito editorial, alcanzando algunas los 12.000 ejemplares. 

Profesó gran devoción a la Virgen en sus advocaciones de la Inmaculada Concepción y la Divina Pastora, y así lo mostraba en sus elocuentes sermones, que «fueron celebradísimos; algunos aplaudidos en el mismo templo» [4]. Probablemente, su figura influyó notablemente en la incorporación a la Orden Capuchina de otros valencineros, como fray Luis o fray Ceferino de Valencina [5], así como del capuchino del pueblo vecino fray Ramón de Gines. 

Su nombre sonó con fuerza para un Obispado, algo que él rechazó siempre. Una pulmonía fue el inicio de un progresivo deterioro de su salud. Falleció a los 54 años, el domingo 24 de mayo de 1914, fiesta de María Auxiliadora. Su cuerpo fue embalsamado y sepultado dos días después donde siempre decía misa, en la capilla de la Virgen de los Dolores de la iglesia del convento sevillano, tras desfilar una gran cantidad de personas ante su féretro. 

El 31 de julio siguiente se celebraron en la parroquia de Valencina los solemnes funerales en su memoria, a los que «asistió todo el pueblo». Por suscripción popular se costeó una lápida que se colocó en su casa natal y que se inauguró ese mismo día por la tarde. Como conclusión de los actos, tuvo lugar una velada necrológica en la que intervinieron varias personas que destacaron diferentes aspectos de la vida y la obra de fray Ambrosio. El cierre lo puso fray Luis de Valencina, guardián por entonces del convento de Sevilla, quien dijo de fray Ambrosio que «con su sabiduría y sus virtudes, logró inmortalizar su nombre, más que si se hubiera buscado a sí mismo, e inmortalizar también a Valencina, que agradecida deberá conservar de él un perpetuo y glorioso recuerdo» [6]. 

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en la revista 'Octubre' (Valencina de la Concepción) correspondiente al año 2023.


[1] Manuel Fernández López era fraile franciscano del Monasterio de Loreto y confesor de la Infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II. 

[2] El Adalid Seráfico. 1 de junio de 1914. 

[3] Célebre por su faceta misionera en América. Fue declarado venerable por Juan Pablo II en 1989. 

[4] El Adalid Seráfico. 1 de junio de 1914. 

[5] Otro ilustre valencinero, fray Diego de Valencina, era casi de la misma edad que fray Ambrosio. 

[6] El Adalid Seráfico. 10 de agosto de 1914.
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Francisco del Cerro.
RETRATO PROPIEDAD de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
DIGITALIZACIÓN: José Rodríguez Polvillo.

La hacienda de Santa Rosalía, actual sede de la Casa de la Cultura 'El Tronío', es desde sus orígenes, a principios del siglo XVIII, uno de los edificios más destacados de Gines. En estos tres siglos ha pasado por las manos de un buen número de personajes singulares que, en la mayor parte de los casos, son completamente desconocidos hoy día por parte del gran público. 

Es el caso de D. Francisco del Cerro, Abogado de Tribunales del Reino y letrado titular del Ayuntamiento de Sevilla, además de Eclesiástico y Catedrático de Cánones en la Universidad, quien el 17 de junio de 1814 adquirió la hacienda mediante contrato privado a su anterior propietario, Juan Vizcaíno, por un precio de 125.000 reales de vellón. 

La firma de la escritura tuvo que esperar más de un año, suscribiéndose ante el escribano público D. José de León y Rey el 23 de septiembre de 1815. En ella se explica que la hacienda se componía de «casa principal, habitación separada para el capataz, caballeriza, bodega, lagar con viga, sin husillo, diez y nueve tinajas y balsas de servicio, tres pilones, tres tinteros (...) molino para moler aceituna con piedra...» [1]. Tenía también «caldera y cabeza de cobre para fabricar aguardiente», caldera de arrope, una atarazana con 51 toneles, una huerta cercada de tapia y plantada de árboles frutales, un olivar con 240 pies de olivo y otro «llamado del Torrejón» con 1.933 pies más, entre otras pertenencias propias de la hacienda. 

La epidemia de fiebre amarilla de 1819 debió sorprenderle a nuestro protagonista en Sevilla, ya que el 18 de octubre de ese año solicitó al ayuntamiento hispalense el permiso necesario para atravesar el cordón sanitario y trasladarse a Gines y Espartinas para las tareas de recolección en sus propiedades en estos municipios [2]. 

Cantabria, Liendo y el vino 
Los orígenes familiares de Francisco del Cerro pueden situarse en Allendelagua, una pedanía de Castro-Urdiales (Cantabria) [3]. Este hecho, aparentemente de escasa importancia para su trayectoria sevillana, sugiere una posible relación que, con el pasar de los años, iba a resultar fundamental en el desarrollo económico de Gines y la difusión de su nombre como productor de vinos de la mayor calidad. 

En este sentido, debemos señalar que en 1825, unos años después de la compra de la hacienda de Santa Rosalía por parte de Francisco del Cerro, es Pedro Liendo Cerro, también procedente de Castro-Urdiales, quien arrienda primero y compra después [4] una hacienda nombrada como «de las viñas», ubicada en la calle Real. La idéntica procedencia de ambos y el apellido compartido nos lleva a pensar en la más que probable existencia de lazos familiares entre ellos, siendo quizá Pedro Liendo sobrino de Francisco del Cerro. 

A la espera de concretar dicho parentesco, lo cierto es que desde entonces la «hacienda de las viñas» comenzó a ser conocida como «hacienda de Liendo», convirtiéndose con los años en una gran productora de caldos que alcanzaron gran renombre. 

Académico y Director 
Volviendo a Francisco del Cerro, además de su faceta profesional como abogado, debemos señalar especialmente su carácter como prócer literario y cultural. Así, perteneció a la 'Academia Horaciana' de Sevilla [5], además de a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, una institución fundada a mediados del XVIII dentro de la corriente ilustrada y que Del Cerro llegó a dirigir en dos ocasiones. Ingresó en ella el 4 de noviembre de 1796 con un discurso titulado 'Explicación natural del Diluvio Universal', ofreciendo en su seno varias disertaciones más en los años siguientes [6]. 

Un incendio ocurrido el 20 de noviembre de 1807 en el Real Alcázar, sede por entonces de la institución académica, obligó a paralizar por completo su actividad, que no pudo retomarse en los años siguientes debido a la invasión francesa. Junto con otros académicos a los que la institución recuerda en una placa en sus actuales instalaciones, Francisco del Cerro fue uno de los grandes impulsores de la restauración de la Academia, que volvió a la vida el 5 de septiembre de 1820 [7]. Desde entonces, nuestro personaje pasaría a tener la consideración de Académico Numerario. 

Desde el 7 de abril de 1826 Del Cerro ocupó el cargo de Censor en la institución académica, una responsabilidad que mantuvo hasta el 20 de abril del año siguiente, cuando se convierte en el director número XV de la Academia. En la dirección se mantendría durante cinco años, hasta el 27 de abril de 1832, cuando volvió a ocupar el puesto de Censor durante un año más. Una década después regresó a la dirección de la Academia en sustitución del erudito Alberto Lista. Esta segunda etapa al frente de la institución se prolongó desde el 8 de abril de 1842 hasta el 28 de marzo de 1845 [8]. 

Tanta estima le profesaron los demás académicos que el 15 de enero de 1843 adoptaron por unanimidad varios acuerdos en homenaje a Del Cerro, entonces todavía director de la misma. Así, se estableció que «si un día fuese relevado de este cargo por su edad o dolencias, tenga en la sala de sesiones un sillón destinado para su asiento, en señal de preeminencia». Igualmente, se acordó que «se cuelgue su retrato en dicha sala, con un rótulo que exprese la gratitud y afecto de la corporación» [9]. Fruto de su amor por la difusión de la cultura y por la propia institución académica, este mismo año Del Cerro pagó de su propio bolsillo la publicación del segundo tomo de las 'Memorias Literarias' de la Academia, que llevaban 70 años sin ver la luz. 

Fiel al acuerdo adoptado, la Academia le dedicó un retrato que se conserva en su sede de la Casa de los Pinelo. Aparece signado «J.A. dl. Ríos Fecit» [10], completándose con la inscripción «A SU DIGNO Y CELOSÍSIMO DIRECTOR EL SEÑOR DON FRANCISCO DEL CERRO. LA REAL ACADEMIA SEVILLANA DE BUENAS LETRAS AGRADECIDA». Por gentileza de la Academia, lo reproducimos en estas páginas para memoria de uno de los personajes más destacados del Gines del siglo XIX. 

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en la Revista de la Feria de Gines 2023 

Con mi agradecimiento más especial a D. Antonio Collantes de Terán Sánchez y D. Antonio Caballos Rufino, Secretario y Bibliotecario respectivamente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.


[1] Archivo Histórico Provincial de Sevilla (AHPSE). Sección de Protocolos. Signatura 21.056.
 
[2] ÁLVAREZ PANTOJA, María Jose: 'La vida cotidiana de una ciudad provincial. Sevilla. 1814-1820', en 'Archivo Hispalense'. Número 192. 1980. 

[3] Archivo Histórico de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (AHRASBL), carp. 6. 

[4] AHPSE. Sección de Protocolos. Signatura 21.057. 

[5] HAZAÑAS Y LA RÚA, Joaquín: 'Noticia de las Academias Literarias, Artísticas y Científicas de los siglos XVII y XVIII'. 1888. 

[6] AHRASBL. Base de datos de académicos. 

[7]  AA.VV. 'Catálogo de los académicos existentes en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras en mayo de 1861'. Sevilla. 1861. 

[8] AHRASBL, carp. 6. 

[9]  Diario de Sevilla, de Comercio, Artes y Literatura. 12 de febrero de 1843. 

[10] RODRÍGUEZ AGUILAR, Inmaculada e ILLÁN MARTÍN, Magdalena: 'La galería pictórica de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras', en 'Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras', número 31.
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Si buscamos las fuentes documentales más antiguas que hablen sobre la Hermandad del Rocío de Gines, entre las externas a la propia corporación rociera debemos detenernos obligatoriamente en la información ofrecida por la prensa en la década de 1930. 

En este sentido, cabe señalar que, desde fechas muy cercanas a su fundación, el 30 de abril de 1928, la Hermandad comenzó a aparecer en los periódicos sevillanos del momento, incluso puntualmente en alguno de tirada nacional, como veremos a continuación. 

Las dos primeras apariciones que hemos logrado localizar corresponden a 1930, apenas dos años después de la fundación, si bien no aluden a la Romería de Pentecostés. Se refieren, por contra, a la peregrinación realizada a la aldea por parte de la Hermandad con motivo de la Candelaria, en febrero de dicho año. Dos periódicos distintos se hicieron eco de la noticia: ABC y El Noticiero Sevillano [1], si bien ambos publicaron la misma crónica palabra por palabra, aunque con tres días de diferencia. 

El redactor señalaba que "con el entusiasmo y el fervor que sienten los hijos de Gines por la Blanca Paloma, Reina de las Marismas, se trasladaron en gran número a Almonte, utilizando muchísimos automóviles y varios de los autobuses de la Compañía de Tranvías de Sevilla". 

La información continuaba señalando que "el paso de la romería por los pueblos del trayecto constituyó una verdadera manifestación de júbilo y alegría, que culminó en Sanlúcar la Mayor y la Palma del Condado, como igualmente, al regreso, en Manzanilla, donde la romería hizo estación para oír en la parroquia una solemne Salve en honor de la Virgen". 

Concluía el texto indicando que la romería "constituyó un gran éxito, por lo que está recibiendo muchas felicitaciones el mayordomo, don José Pabón; el alcalde, y los organizadores José Herrera y José López", y de manera muy especial "la fundadora de la Hermandad del Rocío en Gines, la distinguida señora doña María Martín de Suárez". 

De 1932 es una reseña publicada en El Correo de Andalucía sobre cierta polémica ocurrida en el contexto del regreso de la Hermandad a Gines tras la romería de ese año. Los hechos se enmarcan en el tenso ambiente sociopolítico de la época, pero no entraremos en detalle aquí por requerir este punto una explicación más extensa y pormenorizada imposible de acometer en el espacio disponible para este artículo. 

En 1934 encontramos en la prensa [2] otras dos referencias más a la Hermandad. La primera se refiere a la presencia de D. Álvaro Díaz Quiñones, Gobernador Civil de Sevilla [3], en el discurrir de los romeros de Gines por la localidad de Bollullos de la Mitación, donde "quedó muy agradecido de las atenciones y obsequios que le hicieron las hermandades". La segunda aparición de este 1934 hay que buscarla nada menos que en un diario madrileño, La Nación [4], que el 29 de mayo publicaba una reseña, dentro de su sección 'Dietario mundano', bajo el título "Fiestas aristocráticas bajo el cielo andaluz". En ella explicaba que "en la Hacienda La Pilarica", que poseen los señores de Pareja-Obregón y Sartorius, "tuvo lugar recientemente una fiesta, con motivo de la salida de la Hermandad del Rocío". El cronista recoge en su artículo que "la carreta de la Virgen fue llevada a la finca, por acuerdo de la Hermandad, siendo allí recibida por los dueños de la casa y por sus familiares, los señores de Sarasúa (ella nacida Concha y Sierra), Sartorius y Díaz de Mendoza, Sainz de Sicilia, Venegas y su sobrina, la bella señorita Natalia de Mesa, que pasa una temporada con sus tíos". 

El apunte, enfocado más como crónica social que religiosa, termina indicando que "todos los rocieros fueron obsequiados espléndidamente, no cesando de dar vivas a la Blanca Paloma y de bailar sevillanas, hasta que marcharon camino de Almonte". 

Las últimas apariciones de la Hermandad documentadas en la prensa de la década de los años 30 del siglo pasado hacen referencia especialmente a la presentación ante la Matriz de Almonte. Así, en 1935 Mundo Gráfico [5] explicaba que "Al atardecer de la víspera del día de Pentecostés, en que se celebra en la ermita de Almonte la gran fiesta en honor de Nuestra Señora del Rocío, van llegando al pintoresco lugar las alegres caravanas de las Hermandades", citando a varias, entre ellas la de Gines. Continúa el redactor, que firma J.M.S.R., indicando que las carretas de los Simpecados "se sitúan en semicírculo, frente al Santuario, en compañía de las carretas de los romeros". Ese mismo año, también se refería a los rocieros de Gines el diario ABC [6] en un artículo titulado "Recepción de las hermandades en el Rocío", en el que explicaba que "más de veinticinco mil fieles han desfilado hoy a rendir culto a la Madre de Dios". 

Finalizamos este repaso a la prensa de los 30 indicando que, en vísperas de la romería de Pentecostés de 1939, el 8 de mayo de ese año, La Hoja del Lunes resumía los actos y cultos a celebrar en los días siguientes, apuntando que el 27 de ese mes tendría lugar "a las tres de la tarde, solemne recepción de las hermandades", citando a continuación los nombres de las 25 filiales existentes hasta ese momento, entre ellas la Hermandad del Rocío de Gines.

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Anuario de la
Hermandad del Rocío de Gines 2023

[1] ABC de Sevilla 12-02-1930 y El Noticiero Sevillano 15-02-1930.

[2] ABC de Sevilla 19-05-1934. 

[3] Miembro del Partido Republicano Radical (PRR), ostentó el cargo hasta sólo unos días después, ya que el 28 de mayo de ese mismo año fue sustituido por Manuel Asensi Maestre.

[4] La Nación. Diario de la noche 29-05-1934. 

[5] El Mundo Gráfico. 12.06.1935. 

[6] ABC de Sevilla 09-06-1935.
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El camino, a la luz de la Virgen y el Pastorcito Divino. Así es, sin duda, como entiende Gines la peregrinación hasta la Aldea; y ese sentido de guía y protección es precisamente el que recoge la obra encargada de anunciar la Romería de Pentecostés 2023 en nuestro pueblo. 

Salida de los pinceles de Sergio Cornejo Ortiz, la pintura parece llevar a la imagen el Salmo 119 («Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero»), en una escena que evoca también el bautismo en el Jordán, cuando Cristo «vio al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y caer sobre él» (Mt. 3:16). 

Nacido en Huelva, aunque de familia sevillana, Sergio Cornejo es uno de esos artistas que traspasa al espectador cuando se pone frente a una de sus obras. El origen de su vinculación con Gines hay que buscarlo en su misma infancia, cuando visitaba en la plaza de La Merced la casa de los Reinoso, familiares por rama materna. 

Fruto de aquella conexión ginense de su familia, Sergio recibiría la Primera Comunión en la capilla de los Cálices de la Catedral de manos del entonces canónigo Francisco Gil Delgado, quien cerca de tres décadas antes había dejado en Gines la semilla de una Iglesia en plena efervescencia. 

Tiempo después, en el año 2000, retomaría con más fuerza si cabe ese vínculo con Gines, en este caso a través de su faceta profesional, incorporándose al Ayuntamiento como Arquitecto Municipal. Desde entonces, su trabajo le ha llevado a convertirse en un profundo conocedor del pueblo y sus particularidades, una circunstancia que queda patente en su Tesis Doctoral sobre la protección del patrimonio en El Aljarafe. 

Su cartel para el Rocío de Gines recoge y da protagonismo a las sensaciones que para el autor evocan la Hermandad y su Romería, aquí plasmadas a través de una iconografía propia de la que él mismo destaca su «gran personalidad», reflejada a través de tres elementos especialmente icónicos: el Simpecado, en la parte superior y en ligero contrapicado; el camino y sus carretas, en la zona inferior; y el Pastorcito Divino, centro de la composición y gran protagonista del cartel como fuente de luz que derrama sus destellos sobre la hilera de romeros. La obra integra, además, la palabra «Gines» de manera preferente, entrelazada en la paloma que remata el Simpecado como símbolo del Espíritu Santo. 

Con un dibujo especialmente cuidado y una gran minuciosidad en los detalles, el cartel ha sido elaborado siguiendo la técnica del pastel, tomando los elementos más singulares y la estética más personal de la Hermandad para dar forma a un conjunto que habla de Gines y El Rocío desde el primer golpe de vista. 

Creador de una quincena de carteles para distintas hermandades de gloria y penitencia, suyos son, entre otros, el recordado cartel de la Semana Santa de Triana de 2019; el del 250 Aniversario Fundacional de la Hermandad de los Judíos de Huelva (2021) o el impresionante cartel de la exposición del 750 Aniversario de la Parroquia de Santa Ana (2016). 

Indudablemente, su formación como arquitecto está muy presente en toda su obra, sobre todo en el estudio de las perspectivas, empleando siempre un estilo figurativo que trata de captar la personalidad de la Hermandad o del evento en cuestión a través de lo simbólico. 

Este es su tercer cartel para Gines, tras el de la Romería de San Ginés de 2019 y el de las Fiestas del Rosario de 2021. Suyo es también el diseño de la Corona de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de los Dolores, una pieza tan singular como característica que forma parte ya de manera indisoluble de la imagen de la dolorosa de Astorga. 

En el ámbito rociero, destaca especialmente su recuperación del diseño original del Simpecado del Rocío de Triana, sin olvidar, por supuesto, el diseño del pañuelo del traslado de la Virgen del Rocío en 2012, encargado por los jóvenes de las distintas hermandades de Gines. 

Confiesa que para él supone «un reto y una gran responsabilidad» la elaboración del cartel del Rocío de Gines, además de «todo un honor» continuar la senda de los grandes artistas que le han precedido en la labor de resumir la romería en una imagen. «Tuve mucha amistad con José Antonio García Ruiz (cartelista de 2008) y me acordé mucho de él cuando me encargaron el cartel de este año», recuerda mientras continúa llevando los últimos trazos al cartel. 

Su obra para la Romería 2023 es, al mismo tiempo, una presentación, un reclamo y una llamada de atención; un guiño lleno de espiritualidad que nos recuerda que, para los cristianos, la Historia no tiene un fin, sino un centro. 

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Anuario de la
Hermandad del Rocío de Gines 2023
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En septiembre de 1613, un sermón del padre Molina, prior del convento dominico de Regina Angelorum de Sevilla, puso de manifiesto algunas dudas sobre la concepción sin mancha de la Virgen [1]. La reacción de prácticamente todos los estamentos de la ciudad hispalense y del propio pueblo llano no se hizo esperar. Se desarrollaron numerosísimas manifestaciones populares en desagravio, así como otros tantos cultos, publicaciones y un sinfín de muestras de adhesión a la denominada "pía opinión", que defendía la concepción inmaculada de María.

Las adhesiones a la causa siguieron creciendo y el 29 de septiembre de 1615 la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla (El Silencio) fue la primera corporación en realizar 'voto de sangre' para defender que la Virgen fue concebida sin mancha.

Este mismo año, el Arzobispo y el Cabildo de Sevilla mandan a Roma una legación para solicitar al Papa la reafirmación de la doctrina inmaculista, que se había convertido prácticamente en una cuestión de Estado para el rey Felipe III, quien había adoptado el inmaculismo como seña de identidad de la Corona.

El septiembre de 1617, el decreto pontificio 'Sanctissimus Dominus Noster', del Papa Paulo V, prohibía expresamente predicar contra el inmaculismo, lo que fue recibido en Sevilla con enorme júbilo y una nueva lista de votos concepcionistas por parte de numerosas instituciones, entre ellas la Universidad hispalense, el Cabildo catedralicio y el propio Ayuntamiento sevillano.

Sin embargo, no faltaron parones ni reveses en la implantación de la doctrina inmaculista. Tras sucederse varios Pontífices menos proclives a ella, en 1644 se prohibió, al menos formalmente, utilizar la expresión "Inmaculada Concepción de la Virgen", obligándose a usar otras fórmulas que apuntaban a una santificación de María posterior a su propia concepción [2].

Todo ello, sin embargo, no afectó al fervor popular ni hizo variar el objetivo de la Corona, ahora ocupada por Felipe IV, quien creó la Real Junta de la Inmaculada Concepción [3], que sirvió de nuevo impulso a la causa. Fue así como en 1653 se vivió un importante rebrote del fervor inmaculista a todos los niveles, siendo entonces cuando la cofradía del Santísimo Sacramento de Gines realiza oficialmente su voto.

Fue el domingo 6 de julio de 1653, "en el nombre del Santísimo Sacramento y de la Purísima Concepción de la Virgen Santísima María Señora Nuestra concebida sin mancha de pecado original", cuando la Hermandad Sacramental de Gines, "imitando a las demás cofradías de la ciudad de Sevilla y demás villas y lugares de este arzobispado y de toda España (...) consagró fiesta solemne y hizo voto de defender su purísima concepción con todos los requisitos que el memorial presente declara". Esta "fiesta y procesión y voto se hizo con toda solemnidad". El juramento incluía también "defender su purísima concepción hasta por su defensa morir y derramar la sangre".

Al juramento realizado por "todos los hermanos" se unió también el Concejo de la villa, equivalente al actual Ayuntamiento, todo ello a través del presbítero Pedro de Cabrera, cura y beneficiado de Nuestra Señora de Belén.

En los libros de cuentas de la Hermandad quedaron anotados los 100 reales que, en aquella celebración de 1653, "sacaron del arca para la fiesta principal de Nuestra Señora cuando se hizo voto a la Purísima Concepción", siendo mayordomos por entonces Juan Esteban y Pedro Rodríguez, quienes serían reelegidos después hasta mayo de 1655.

También en 1653 realizaron el voto concepcionista, entre otras, la Hermandad Sacramental del Salvador (fusionada posteriormente con la penitencial de Pasión), la Vera Cruz de Albaida del Aljarafe, la de la Santa Caridad del Hospital de la Sangre, la cofradía de la Penas de Cristo Nuestro Señor (La Estrella) o la Sacramental del Sagrario de la Catedral [4], además de la Congregación de la Santísima Trinidad (Jesuitas) de Sevilla.

Ese mismo año también se nombraba a la Virgen del Rocío como Patrona de Almonte, en un documento en el que, además, se defiende la Inmaculada Concepción de María, y el 13 de octubre del mismo 1653 don Juan José de Austria, a la sazón una de las personalidades más relevantes del reino, pronuncia su particular voto inmaculista en el monasterio de Monserrat.

Tal era la efervescencia inmaculista que es también en 1653 cuando Murillo realiza su primera versión documentada de una Inmaculada, iniciando así el modelo iconográfico que tanto éxito alcanzaría después. Fue su 'Inmaculada con fray Juan de Quirós', pintada para la Capilla de la Hermandad de la Vera Cruz del Convento Casa Grande de San Francisco y que actualmente se encuentra en el Palacio Arzobispal.

Por las anotaciones contables de la cofradía del Santísimo Sacramento de Gines podemos deducir que las fiestas de la Purísima Concepción continuaron ganando importancia en los años siguientes, si bien los gastos excedían en cierta cantidad a las limosnas recibidas para sufragarlos.

Así, el 16 de agosto de 1654 se realizó la que a partir de entonces se consideró como "fiesta principal" en honor de la "Virgen Santísima María Señora Nuestra concebida sin mancha de pecado original", si bien "no alcanzaron las mandas a los dichos gastos", que ascendieron a 150 reales.

El domingo 12 de diciembre de 1655, los hermanos de la cofradía "hicieron procesión a la Purísima Concepción de Nuestra Señora en cumplimiento de su obligación". Se hizo "con la mayor solemnidad que se pudo", indicándose tanto las personas que dieron limosnas para la fiesta como los gastos que supuso. Así, se recibieron donativos por valor de 559 reales, mientras que los gastos ascendieron a 709 reales.

Algo similar ocurrió al año siguiente, 1656, cuando los donativos ascendieron a 481 reales para estos cultos, mientras que se emplearon 615 reales en su realización. Entre los gastos, podemos citar los 250 reales de la música, los 150 de la danza, los 72 que se dieron al predicador o los 35 reales para los fuegos. Se ofreció, además, un agasajo a los convidados, a los músicos y al predicador que costó 92 reales.

Hubo que esperar a 1661, años después del voto concepcionista de Gines, para que se permitiese expresamente el culto a la Inmaculada Concepción [5] y se prohibiese la doctrina contraria a este misterio, que sin embargo no alcanzaría el rango de dogma hasta cerca de 200 años después, el 8 de diciembre de 1854 mediante la carta apostólica 'Ineffabilis Deus', de Pío IX.

En cualquier caso, consta que por estas fechas el Concejo de la villa pagaba una misa el día de la Purísima Concepción, y que en junio de 1698, con ocasión de la toma de posesión de don Alejo de Guzmán como señor de la villa, los capitulares de dicho Concejo y los que desempeñaban los cargos de justicia prometieron "confesar y defender la pureza y limpieza de la siempre Virgen María, nuestra señora, desde el primer instante de su ser".[6]

Los cultos a la Purísima Concepción por parte de la cofradía del Santísimo Sacramento continuaron durante el siglo XVIII, especialmente en su segunda mitad. En la primera parte del siglo únicamente encontramos una anotación de 1722 en la que se emplean 8 reales en la misa de esta festividad, no constando otros gastos relacionados como ocurría en la centuria anterior.

Con el correr de los años, debieron retomarse los cultos a la Purísima, especialmente en los casi tres lustros que van de 1755 a 1769, en los que constan gastos considerables con motivo de esta festividad. La cofradía organizaba entonces una procesión con alguna Imagen sobre unas andas, para las que en 1766 se gastaron 4 reales "en media vara [7] de plata" para su composición. Además, se lanzaba fuegos y cohetes en dicho día, y en ocasiones quedan anotados también en las cuentas de la hermandad otros gastos asociados, como los referentes a la música, el sermón o la comida del padre predicador, entre otros.

En referencia al voto concepcionista, las diversas hermandades elaboraron con el tiempo unas insignias específicas a modo de recuerdo de dicho voto, las cuales fueron conocidas desde entonces y hasta la actualidad como 'simpecados'. La primera anotación localizada referente a un Simpecado de la Sacramental de Gines es de 1717, cuando comienza a ser citado en varias pujas que realizaban los hermanos para llevarlo durante la procesión del Jueves Santo.

El voto realizado por los hermanos del Santísimo Sacramento de Gines en 1653 finaliza con una anotación especialmente significativa y que nos habla bien a las claras de la actitud plenamente consciente de aquellas personas sobre la importancia y solemnidad de aquel acto, que concluyeron dejándolo por escrito "para perpetua memoria a todos".

JOSÉ RODRÍGUEZ POLVILLO
Publicado en el Anuario de la
Hermandad Sacramental de Gines 2023


[1] ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego: 'Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla'. 1677.

[2] PÉREZ CAMARMA, Alberto: 'El decreto de la Congregación de Inquisición de Roma de mediados del siglo XVII. La defensa del inmaculismo marial durante el reinado de Felipe IV', en 'Cuadernos del Sur - Historia'. Núm. 46/2. 2017.

[3] La creación oficial de este organismo viene dada por el Real Decreto de Felipe IV de 21 de abril de 1652, aunque en la práctica venía existiendo desde la época de Felipe III.

[4] Esta hermandad ya había realizado el 15 de febrero de 1615 un voto solemne de celebrar anualmente una fiesta a la Inmaculada Concepción, siendo probablemente el primer acuerdo concepcionista de la ciudad de Sevilla.

[5] Mediante la promulgación de la constitución apostólica 'Sollicitudo Omnium Ecclesiarum' por parte del Papa Alejandro VII en diciembre de 1661.

[6] HERRERA GARCÍA, Antonio: 'Gines. Historia de la villa bajo el régimen señorial'. 1990.

[7] La vara castellana era una unidad de medida equivalente a 0,83 metros.
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